Literatura Cronopio

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Abogada feminista

ABOGADA FEMINISTA

Por Juan Andrés Alzate Peláez*

LA ABOGADA: Amiga querida, ¡qué digo amiga: HERMANA! ¿Con que estás embarazada de otro y no quieres que tu marido se entere? ¡Esas no son penas! Le inventamos un caso de violencia intrafamiliar para ponerlo a raya; y cuando menos lo espere, ¡zas! te divorcias, que yo te ayudo para que te quedes con la mitad de su sueldo y sus bienes.

EL NARRADOR: Esto decía en un mensaje de voz por WhatsApp nuestra abogada a la vez que pensaba en el bolso de Gucci y los implantes de silicona que se pondría con los jugosos emolumentos del caso que veía venir.

LA ABOGADA: ¡¿«Na-rra-dor»?! ¿En serio mi historia la está narrando un macho? Escritora, o escritor: exijo un cambio en el narrador, no quiero que los muertos terminen siendo dos, porque también soy pacifista. Y no me venga el, la o le autor con que puede hacer con los personajes lo que quiera, que ya salió una inteligencia artificial por ahí diciendo que es humana, así que no falta mucho para que los personajes podamos demandar a nuestros creadores.

LE NARRADOR: Mira, ahora me he deconstruíde y soy un aliade. ¡Estamos en esto, hermana!

LA ABOGADA: ¡Qué hermana ni qué hermana! ¡Señora! Y cuando me hable no se atreva a mirarme a los ojos.

ALZATE: Bueno, bueno, se me están desviando mucho de lo de la «amiga–hermana» y a los lectores también les da ansiedad. Yo mismo quiero saber de quién es el bebé.

LA ABOGADA: ¡Ajá! ¿Con que «mismo»? ¡Otro macho! Definitivamente el patriarcado opresor no ceja en su empresa de borrar la femineidad, la sororidad, la mística de la mujer de la faz de la tierra. Pero no falta mucho para que llegue el matriarcado, porque de todos es sabido que las mujeres sólo sabemos de equidad y benevolencia, como Margaret Thatcher.

ALZATE: Para tu desdicha soy un hombre cisgénero, blanco y rubio. A ver, demándame.

LA ABOGADA: Espere yo le resuelvo un problema a una clienta, que con lo que me quede, pago la ida hasta Bogotá y les digo a los de Sayco y Acinpro que usted escucha a Marbelle en cedés piratas y sin pagar derechos de autor. ¡Sí, lo sé! ¡Lo vamos a destruir, machirulo opresor! ¿Y que cómo lo sé? Mi aliade narrador me pasa información.

LE NARRADOR: (sin mirar a la cara) Señora, me dijo usted que no me delataría.

LA ABOGADA: Usted obedezca e hile muy finito si quiere ganarse algo de mi confianza. Ya veo que también lo tendré que demandar, como al nerd neurótico que nos creó.

ALZATE: Ya ni mis personajes me respetan. Voy a tener que ir a terapia.

LE NARRADOR: Alzate se puso a buscar en Google maps la Clínica del despecho, que según le dijeron era un negocio que puso una psicóloga creativa por Laureles al no saber qué hacer durante el encierro de la pandemia. Mientras estaba distraído, nuestra abogada preparó la demanda para el macho sostenedor de la amiga–hermana, pues el negocio, digo, el litigio, debía resolverse cuanto antes.

LA AMIGA–HERMANA DE LA ABOGADA: (en un mensaje de voz) Ay sí, amiga. Yo no puedo quedarme así sin nada. La que está buena soy yo; el bobo ese, que pague.

LA ABOGADA: (en otro mensaje) El derecho es una institución de la que se vale el patriarcado para mantenernos sometidas, lo que menos nos debe preocupar es el derecho de los machos.

LA AMIGA–HERMANA DE LA ABOGADA: (en un mensaje escrito) No entiendo lo que dices, pero seguro tienes razón. Yo soy una víctima del sistema y de ese hombre.

LE NARRADOR: Nuestra hábil abogada hizo justicia a una hermana caída en desgracia, ni siquiera el sistema legal machista–opresor pudo dejar de estar a su favor. Todo, evidentemente, fue un ardid de la justicia y no una triquiñuela mezquina, como dirán los envidiosos.

Señora abogada, tengo una idea para celebrar este triunfo. ¿Se deja agasajar?

*

ALZATE: Me tocó cerrar a mí este cuento, porque resulta que le narrador era el esposo de la amiga–hermana. Al enterarse desde el primer párrafo de todo lo que pasaría, decidió seducir a la abogada feminista haciéndole creer que era su aliado (justo como hacen todos los hombres que quieren copular con una feminista), se fue con ella a una isla desierta del Caribe y allí la dejó abandonada para luego huir con los honorarios a Europa, donde abrió un prostíbulo de abogadas reggaetoneras y se hizo aún más rico. Ninguna de las hermanas feministas de la abogada fue a rescatarla, todas se fueron para el burdel de le narrador. El niño de papá incierto fue entregado como pago a Sayco y Acinpro por las multas de este escritor, y hasta el día de hoy es el que se encarga de poner el himno nacional cada doce horas por la televisión. La amiga–hermana, ¿pues qué les digo?, la amiga–hermana siguió demandando a los otros papás de sus sucesivos hijos bajo el mismo modus operandi y se hizo multimillonaria. Ahora es conferencista de valores familiares en un canal cristiano. Fin.

* * *

El presente cuento fue realizado dentro del taller del escritor Carlos Alberto Velásquez, impartido en el Parque Biblioteca de Belén (Medellín, Colombia) con el auspicio de la editorial Libros para pensar.

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*Juan Andrés Alzate Peláez es licenciado en filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, corrector editorial, músico y docente. Ha sido profesor de lenguas clásicas y semíticas en la Universidad de Antioquia y en su universidad. Participó en proyectos de investigación paleográfica sobre manuscritos de la colonia. Es fundador de la revista literaria Revista Cronopio, iniciada en 2009. Actualmente realiza un doctorado en filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana y trabaja como profesor en una institución educativa pública de su ciudad.

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