Cronopio de miel y chocolate

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Boda de sangre

EL TRÁGICO FINAL DE UNA BODA DE SANGRE

Por Olvido Andújar*

Federico habría entrado esa tarde al café –quizá al Café Alameda, al que era tan asiduo–, se habría sentado en su sillón favorito y se habría pedido una bebida, con toda probabilidad un café con un buen «chorrito» de ron de Motril. Más tarde, con esa sonrisa suya entre la galantería y la picardía, habría pedido que le acercaran la prensa.

Entre todos los periódicos, seguramente se decantó por el ABC y por El defensor de Granada. Su mirada inquieta habría recorrido la crónica de una fiesta goyesca a la que había acudido el General Primo de Rivera, unos descubrimientos arqueológicos iberos en Alicante y una huelga de ferrocarriles en la India. Pero, de pronto, un titular de la sección de Sucesos había llamado la atención del joven. Se incorporó levemente, cogió el café –todavía caliente–, dio un delicado sorbo, volvió a acomodarse en el sillón, recolocó el papel del periódico y volvió a leer el titular: «Trágico final de una boda».
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Había ocurrido a menos de 200 kilómetros del sillón en el que ahora mismo sus manos sujetaban un periódico. A menos de 200 kilómetros de donde ahora mismo se sentaba, perfectamente protegido de toda esa sangre y de toda esa pasión.

Aquel «trágico final» hablaba de una mujer de veinte años y del día de su boda. Francisca Cañada Morales iba a casarse con Casimiro Pérez Pino, pero apenas unas horas antes, Francisca, Paca, se había fugado con su primo Francisco Montes Cañada, de quien siempre había estado enamorada.

Los dos amantes no debieron de pensarlo mucho. Tal vez se miraron y, escondidos de los invitados, habían cruzado sus miradas encendidas. Quizá Francisco, Paco, le había acariciado un brazo. Puede que a ella se le encendiera el cuerpo y sintiera un aguijón profundo en el vientre. Tal vez se robaron un beso y, entonces, ya no hubo marcha atrás. Debían de faltar muy pocas horas para la boda y Paco le pidió que no se casara, que se fuera con él, que le dejara amarla y acariciarla para siempre. Ella probablemente lloró, porque supo que si no se iba con Paco no iba a olvidar nunca ese aguijón en el vientre y, sobre todo, supo que no iba a ser feliz nunca con Casimiro.

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Francisca Cañada Morales abrazó a su primo, a su amante, y le pidió que la llevara lejos, donde nadie pudiera juzgarles nunca. Paco debió de sonreír triunfante, feliz, y cogió a su prima, a su amante, antes de que esta pudiera arrepentirse.

Lo demás debió de ocurrir muy deprisa. Alguien llamó a la novia para preguntarle cualquier cosa, pero al no encontrar respuesta debió de acercarse a Casimiro, por si él sabía dónde encontrar a su prometida. Tampoco el novio la encontró. Quizá gritó su nombre por toda la casa. «Paca». Silencio. «¡Paca!» Silencio. «Paca, ¿dónde estás?» Tal vez también por los alrededores. «Pacaaaaa». Silencio. Alguien debió de preguntar entonces por Francisco y, de pronto, todo encajó en la mente de Casimiro, quien debió de sumirse en la humillación y la vergüenza.

Parece que un hermano del novio, José Pérez, casado a su vez con una hermana de la novia, Carmen Cañada, había ideado junto a su esposa la boda de Casimiro. Cuentan que, cuando era apenas un bebé de pecho, Paca lloraba y lloraba. El padre, incapaz de conciliar sueño y la paciencia, tomó a la niña en brazos y le dio unos azotes en la cadera. Estos golpes debieron de resultar terribles para la bebé, que quedó coja para siempre. El padre nunca pudo perdonarse a sí mismo su brutalidad y, con el tiempo, decidió nombrar a Paca la única heredera de sus tierras. Su hermana Carmen siempre debió de sentir cierta envidia y un rencor que la carcomía. Así que un día, junto a su marido, pensaron en casar a Paca con el hermano soltero y bondadoso de José. De esta manera, las dos familias podrían vivir juntas y cultivar las tierras que ya nunca serían solo para Paca.

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Cuando Casimiro dejó de buscar a su prometida gritando su nombre, hundido en la tristeza y en la humillación más absolutas, José sintió que tenía que vengar a su hermano. Acompañado una vez más de su mujer, salió a buscar a los amantes fugados. No debieron de tardar mucho tiempo en encontrarlos. Dicen que José le asestó a Paco cuatro tiros en el pecho y que este no tardó demasiado tiempo en morir. Cuentan también que Carmen intentó asesinar con sus propias manos a su hermana, oprimiéndole el cuello hasta que esta perdió la consciencia. Marido y mujer, ante los cadáveres, debieron estremecerse de miedo y culpa y, tal vez, salieron huyendo de la escena del crimen prometiendo que jamás contarían lo sucedido.

Unas horas más tarde, la guardia civil encontró a una mujer inconsciente junto al cadáver de un joven ensangrentado. Paca había conseguido sobrevivir al ataque, pero nunca confesó quién había intentado asesinarla. Hasta el fin de sus días se recluyó en un cortijo, sola, sin olvidar nunca a su primo Paco. Nunca quiso hablar de sus asaltantes, nunca quiso volver a casarse, nunca volvió a hablar de Paco, ni de Casimiro.

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La noticia titulada «Trágico final de una boda» hablaba de Francisca, de su amante y del novio abandonado. También de sangre, de pasión y de huida. Y todo esto a menos de 200 kilómetros de donde ahora mismo Federico apuraba su café con un buen chorro de ron.

El joven cerró el periódico y llamó al camarero. Quizá le pidió otra bebida y una conferencia telefónica a Madrid. Cuando el camarero regresó a la mesa con el café y el teléfono, Federico sonrió, descolgó el teléfono ansioso y dijo:

«Margarita, tengo una nueva obra de teatro para ti».

El 8 de marzo de 1933, Margarita Xirgu encarnaba al personaje de la novia en el estreno de Bodas de sangre, una de las obras más importantes de Federico García Lorca.

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Todas las imágenes corresponden a la película «Bodas de sangre» de Carlos Saura (1981). Cortesía de Emiliano Piedra P.C. Producciones.

Cronopio de miel y chocolate es una columna de crónicas de Olvido Andújar para Revista Cronopio.

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*Olvido Andújar es es doctora (Ph. D.) con mención Cum Laude en American Studies, Máster en Historia y Estética de la Cinematografía, Certificado para la enseñanza de la Lengua y la Literatura y Licenciada en Periodismo. Es Directora del Máster Universitario en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera. También profesora de Lengua y Literatura en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Educación de la Universidad Camilo José Cela y con anterioridad ha sido docente en la Universidad Autónoma de Bucaramanga en Colombia, en University of Malta, en la Universidad de Alcalá y en la Universidad Europea de Madrid. Asimismo ha sido investigadora en la Universidad Complutense de Madrid, en el Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá y en University of California, Berkeley. En la actualidad es académica correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, correspondiente de la RAE en Estados Unidos, investigadora del Proyecto de investigación competitivo “Espacio Educativo de Literaturas Interactivas” de la Universidad Camilo José Cela y miembro del Euro-Mediterranean University Institute de la Universidad Complutense de Madrid.

Sus líneas de investigación son los estudios fílmicos; el jazz en el cine y la literatura; la cultura y las letras hispanas y la didáctica de la lengua y la literatura. Entre sus publicaciones destacan aportaciones al campo de la literatura creativa, como el cuento “¡Os quiero matar a todos!”, en la colección de relatos Los académicos cuentan, publicada por Axiara Editions; y estudios y ensayos científicos como “Rosario Pi: una narradora pionera e invisibilizada”, en Revista Nómadas; “El jazz va al frente: el personaje del músico en el cine de la Segunda Guerra Mundial” y “El músico de jazz en el primer cine sonoro”, en Revista de Libros la Torre del Virrey; “Salva a la animadora, salva el mundo. Una lectura propagandística de Héroes”, en Frame; “El cine que nunca fue mudo”, en Síneris; “Lady Sings the Blues. La construcción del personaje cinematográfico de Billie Holiday”, en el libro Estudios de Mujeres. Volumen VII. Diferencia, (des)igualdad y justicia; y “La representación del personaje hispano en la nueva ficción televisiva norteamericana. El caso de Desperate Housewives”, en el libro Nuevas reflexiones en torno a la literatura y cultura chicana. Ha colaborado también con la Academia Norteamericana de la Lengua Española como editora de El país sí tiene quien le escriba: La narrativa colombiana de entre siglos, de Germán Carrillo; y como coautora en el libro de corrección lingüística “Se habla español”.

1 COMENTARIO

  1. Un relato muy bueno. Bien narrado en una prosa limpia que te engancha al tema de principio a fin. En mi opinión no le sobra ni le falta una coma. Perfecto en extensión, claridad y calidad.

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