Cronopio Sincrónico

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Graham, 2016. Silicona, fibra de vidrio, cabello humano, ropa, concreto.
140 x 120 x 170 cm. Imagen cortesía de la artista, Tolarno y Roslyn Oxley9 Galleries

EL CUERPO QUIMÉRICO EN LA OBRA DE PATRICIA PICCININI O LA DESCRIPCIÓN DE UNA TERNURA DIFÍCIL

Por Rafael Mauricio París Restrepo*

Toda ciencia antes ha sido ficción; pues es en el ámbito de los sueños y lo inabarcable, donde se comienza a construir la hipótesis, que luego de comprobarse, será ciencia aplicada. Por eso, no es extraño encontrar que el primer hombre volador se llamara Ícaro, y que sea un mito que presagió un artefacto llamado avión. Pareciera que el deseo se tamizara en el mundo del sueño, volviéndose realidad, cuando la prospectiva, la voluntad de ser y la madurez tecnológica coinciden en sus intenciones. Entonces, la ciencia ficción, fuera de ser divertimento, siempre ha sido real, como proceso mental de conceptualización anticipada, que une el corazón con la mente; y, luego, a esta con la mano que construye el universo.

Algunos artistas de la ciencia ficción han estudiado las posibilidades del ser humano, como reconfigurador de sí mismo y de su ambiente, proponiendo visiones de ensoñación y pesadilla, que exaltan la imaginación, e igualmente nos preparan para los embates de la inexorable vicisitud, que nos acontece. Patricia Piccinini pertenece a este grupo. Ella es una artista contemporánea australiana, conocida por su trabajo en escultura, pintura y medios mixtos. Nació en 1965 en Freetown, Sierra Leona, pero creció en Australia. Su obra se caracteriza por crear esculturas hiperrealistas de seres y criaturas que parecen una fusión entre humanos y animales, a menudo con un toque onírico, en virtud de explorar cuestiones de identidad, tecnología, biología y ética. Su trabajo ha sido exhibido en casi todo el mundo, potenciando conversaciones y reflexiones, en torno a lo que llamamos naturaleza humana y tecnología, incluyendo el establecimiento de los límites de la ciencia y la ética en la era contemporánea.

LA ESTÉTICA TERATOLÓGICA DE PATRICIA PICCININI

Siguiendo el camino de los doctores Frankenstein y Moreau, y pasando de largo por el mundo feliz de Aldous Huxley, la colección de criaturas creadas por Piccinini, son una emancipación del concepto de criptozoología, a través de una estética teratológica muy propia de la artista. O sea, mientras la criptozoología, como pseudociencia, se adhiere a percibir una otredad salvaje y peligrosa en todo lo que parece un animal o una máquina; la estética teratológica, en cambio, instiga una aproximación al aparente no humano, de carácter sensible; sobre todo, ante su diferencia corporal. Recordemos que todo cuerpo posee una faceta monstruosa, aunque esta no sea inmediatamente perceptible, y lo que se percibe, inicialmente, como monstruoso; se disipa inexorablemente ante la fuerza de una cotidianidad repetida; siendo el planteamiento de la estética teratológica, el comienzo de la disolución paulatina del concepto de «monstruo», al menos en lo que concierne a la apariencia física.

Piccinini realiza, principalmente, esculturas, con esqueleto en fibra de vidrio; además de musculatura y piel en silicona. Muchas de éstas tienen injertado cabello humano y usan vestuario característico. Su estilo se puede describir como hiperrealismo fantástico; ya que sus obras suelen combinar elementos de la anatomía humana con rasgos de máquina, animales u otras criaturas imaginarias, creando un efecto visual que es realista, pero al mismo tiempo extraño y fuera de lo común. Sus quimeras desafían las convenciones de la belleza y la normalidad, y a menudo provocan una respuesta emocional en los espectadores, ya sea asombro, simpatía, inquietud o una combinación de todos estos sentimientos. Sus técnicas son heredadas de los animatrónicos del cine fantástico, que una vez sustituidos por el CGI, pasaron a ser patrimonio de las artes plásticas.

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The Bond, 2016. Silicona, fibra de vidrio, cabello humano, ropa. 162 cm alto x 56 x 50 cm Imagen cortesía de la artista, Tolarno y Roslyn Oxley9 Galleries

Algunas de sus obras más reconocidas son:

  1. «The Young Family» (2002): Esta es una de las obras más icónicas de Piccinini y representa a una madre con rasgos animales y sus crías en un carrito de bebé. La pieza provoca reflexiones sobre la manipulación genética y la maternidad.
  2. «Graham» (2016): Una escultura hiperrealista de un ser humano diseñado para sobrevivir a accidentes automovilísticos. Fue parte de una campaña de seguridad vial en Australia.
  3. «The Comforter» (2010): Una escultura de una niña simio con una criatura de apariencia de alienígena que evoca la idea de la compasión y el consuelo.
  4. «Kindred» (2018): Una serie de esculturas que representan figuras humanas fusionadas con animales, que son familia.
  5. «Doubting Thomas» (2008): Una escultura en la cual un niño introduce su dedo, de manera inocente, en la boca de una criatura transgénica.
  6. «Nectar» (2012): Una escultura de una criatura que parece ser un híbrido entre un ser humano y una flor, explorando la relación entre humanos y la naturaleza.
  7. «Still Life with Stem Cells» (2002): Una instalación que presenta elementos relacionados con la biotecnología y las células madre, en la cual una niña juega con unas criaturas bulbosas orgánicas.
  8. «Thicker Than Water» (2005): Una serie de esculturas que exploran la idea de la familia y la crianza en un contexto no convencional. Muestra crías biomecánicas.
  9. «Big Mother» (2005): Una escultura de una figura maternal gigante que parece ser una combinación de humano y animal. Está amamantando un bebé humano y teme que se lo arrebaten, pues ha creado un vínculo emocional con él.

Muchas de estas criaturas, aparentemente son cándidas, y al parecer han sido ingeniadas para cumplir tareas básicas como limpiar la basura de la calle o cuidar niños pequeños. La emocionalidad que contienen es más humana que animal, y al parecer la inocencia de los niños con los que interactúan, es la clave para que se les vea como más que «cosas» salidas de un laboratorio.

EL COMIENZO DE LA INOCENCIA Y EL FIN DE LA HUMANIDAD

La única constante evolutiva es el cambio. Cinco veces se han extinguido los organismos dominantes de nuestro planeta, y podría suceder en una sexta ocasión. El ser humano en su soberbia se ha sentido único y superior a los otros seres que lo circundan, teniendo para con ellos una actitud de dominio y explotación. Valdría preguntarse: si viene nuestro fin, ¿qué quedará de nosotros?, ¿cómo seremos recordados?, si es que acaso no nos perderemos en el olvido, como otros antes, como será el mundo sin humanidad. ¿Parecerá acaso el paisaje místico de Stalker de Tarkovsky?, uno donde lo humano ha sido resignificado como misterio irresoluble. O, ¿será el paisaje de A.I. de Spielberg en el cual, solo yace el inventario de nuestros errores? Tal vez, las simpáticas, pero grotescas criaturas de Piccinini trasciendan su labor de esclavitud, y pasen a heredar un mundo, hermoso, cruel e impredecible. La obra de Piccinini puede ser estudiada en su website oficial, https://www.patriciapiccinini.net/index.php

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* Rafael Mauricio París Restrepo es publicista de la Universidad Pontificia Bolivariana, magíster en estética de la Universidad Nacional de Colombia y doctor en artes de la Universidad de Antioquia. Ha trabajado como docente en la Institución Universitaria Pascual Bravo, la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Católica Luis Amigó y Atec-Corporación Academia Tecnológica de Colombia. Igualmente hizo parte de la Corporación Madera Salvaje para la realización de video narrativo y experimental, y fue curador de la sala de cine del Museo de Arte Moderno de Medellín.

1 COMENTARIO

  1. He descubierto una artista muy interesante como Patricia Piccinini, he visto sus trabajos y en verdad es muy particular, y es una artista sin duda, invito a ver y a profundizar en su obra, gracias a Rafael mauricio Paris Restrepo por hacernosla conocer.

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