James Flint

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SE ACABÓ LA METAFÍSICA

Por José Antonio Gómez Di Vincenzo*

Ver entregas anteriores.

31. «Se acabó la metafísica de la cosa en sí o el mundo de las ideas, vivimos en puras imágenes. No hay nada más allá de las imágenes. El mundo ya no es un enigma, ni una caja de pandora, ni es químico o físico. El mundo es un holograma de nada».

James Flint, Notas perdidas y encontradas. Según las Sagas Austrálidas Mayores. Y según Boston Cliford.

32. Las sagas austrálidas mayores describen a Flint como un mago, un brujo. O no… ¡Mejor! Como un hechicero. Adoraba la constelación de Rigel de donde se decía obtenía su poder metamórfico. Tenía el signo del escorpión marcado a fuego en su alma maldita. Dejaba enemigos atónitos con sus misteriosas salidas.

La saga 44 lo muestra desparramado en el escritorio de uno de sus pobres traidores amigos, un pelafustán que sin querer se interpuso en su camino. El carmesí sacó de sí al infeliz.

Eleanor Valory. Imagenes metafísicas y la Guerra Australida. Merton eds. 4800.

33. Muchos investigadores precedentes se preguntaron sobre diferentes cuestiones referidas a la particular imagen metafísica cósmica de Flint y amigos. ¿Era una religión? Lejos de serlo. Para nada podría llamarse esa cosa como tal. ¿Había dios, dioses? No. Nada trascendental. Definitivamente panteístas, Flint y sus amigos, resonaban a la Balruch. ¿Y la muerte? La de los seres queridos y suyos era considerada un paso, o mejor dicho, el retorno al universal para volver a particularizarse en la próxima. Y la de sus enemigos, el fin.

Eleanor Valory. Imagenes metafísicas y la Guerra Australida. Merton eds. 4800.

A. En las oscuras reuniones espiritistas[1] de la cabina del Liquidator, profundas cavilaciones y disertaciones ocupaban a los protagonistas. Se destacaba el estudio de viejos mitos de entre los cuales el del cristianismo era el que más fascinaba a Flint. Por el daño causado en las mentes de los antiguos, por su impronta en el modo de sociedad que había que destruir para reconstruir.

Hay una vieja grabación magnetofónica guardada en el museo de antiguología marina de Esquelinghtown que además de canciones y poemas recitados a viva voz, incluye lo que se cree es la voz de un tal Marc, especialista en religiones antiguas. Lamentablemente, muchas voces truenan en el intercambio y no sabemos cuál sea la del capitán carmesí. Pero la importancia de lo que allí se dice es vital para entender por qué razón, Flint estaba obsesionado por destronar los mitos. Hacer abrir los ojos de las gentes era uno de los primeros pasos para la revolución interna, para liberarse uno mismo del miedo y luego, cambiarlo e incendiarlo todo.

Reproduzco a continuación breves extractos de lo dicho aquel febrérido de la escoba imperial menor.

«El Dios Sol ha muerto en la Cruz para luego de tres días, volver a la vida. 25 de diciembre en el hemisferio norte, tres días después del solsticio de invierno. Idem Horus, Mitra, Jesús de Nazareth«

«Las Tres Marías (cinturón de Orión) apuntan al Sol del 25 de diciembre. Simbólicamente los famosos tres reyes magos del evangelio».

«Jesús caminando sobre el agua, igual el Sol en el solsticio sobre el mar al amanecer».

«Todo el cristianismo es un mito construido para mantener una máscara sobre nuestra relación con la naturaleza y para la construcción de una formidable herramienta de control y dominación.«

«Mito cristiano, terreno fértil para la instauración del mito feudal y después capitalista. Y cuanto cuento quieras inventar».

Eliot Red Barchetta, La vida de los navegantes del Apocalípsis. Nérida Ediciones. 5577.

Xy. «Un día desperté de un sueño terrible. No viene al caso. Perderse en las imágenes oníricas sería interesante pero no pragmático. Como siempre, lo mejor es lo que uno cabila antes de dormir y las conclusiones que saca al despertar de los sueños cuando recuerda lo vivido. Ese día me di cuenta que es lo que alimenta mi ira. Entendí perfectamente que no hay un tren de la historia, que el camino al futuro no está trazado, que no hay leyes que nos muevan como hilos a marionetas, que estamos solos y dependemos de nuestra voluntad. Fue terrible… Descubrí que durante mucho tiempo odié ese fantasma al que le llamé destino. Ese espectral asesino que me había depositado en las tinieblas. Y fue liberador darme cuenta que esa ira que se retroalimentaba gracias a la ilusoria energía emanada de una ilusión fantasmática que siempre fluye hacia delante era inútil. No hay un otro que garantice un sentido. Y entonces, odié el mundo y las condiciones objetivas que habían actuado como suelo de posibilidad de lo que había sucedido. Y mi energía fluyó nuevamente».

Carta de Flint a Geshtinanna fechada en septémbrico mayor de la era de la serpiente dorada. Tal vez uno de los pocos documentos que tenemos escritos de puño y letra del capitán carmesí.

Eliot Barchetta, La vida de los navegantes del apocalipsis. Nérida Ediciones. 5577.

B. Fue en una cesión de aquellas en las que James Flint se encontraba con sus espectrales amigos cuando un aspecto de su fibra íntima fue desenhebrado y astillado. No se sabe bien por qué le llegó tanto. Indudablemente su amigo Scott sabía dónde punzar. Pensá en que estás pensando demasiado —le dijo. La sola mención del punto atravesó la atmósfera de la cabina esa madrugada eléctrica, tormentosa. Peter, uno de sus ex compañeros de tertulias musicales, reformuló y profundizó la idea. «Insistió en que pensar que estás pensando no te lleva demasiado lejos», dijo el anglo.

Antecartesiano. Existencial hasta la tripa, Flint vibró. Por algún motivo más que sugestivo hizo más de una vez alusión a ese fundamental encuentro entre los amigos espectrales y los carnales.

En una carta a Geshtinanna escribió:

«Pensar que estoy pensando demasiado me está colmando de llagas la mente. Debo incendiar más que quemarme. Basta de rumiar en el aire, surcar vacíos y hundirme en el significado. Al final de cuentas nada tiene sentido. ¡Qué estalle la pura sinrazón, el caos y la contingencia! Pensar es estar muerto en vida. Pienso y no existo. Debo quemar».

Se trataba simplemente de una catarsis. Flint pensaba. Mentaba movimientos en un tablero que excedía el espacio existencial de enemigos y poderosos. Pero no solo pensaba, quemaba.

Munford Teotiguacan, El carmesí y sus miedos. Anagrama. 3999.

34. Flint encarnó el tipo de revolucionario al que nunca le importó un bledo lo que se pensara de él. Era un tiempista espeluznante por la frialdad en que se movía. Capaz de esperar años para destripar a sus enemigos. Con los traidores, ni olvido ni perdón. Sólo dejaba algunas cabezas sin desprender cuando cierta ternura lo conmovía. En esos pocos casos, solamente incendiaba.

Temistocles Bacon. Crónicas y biografías siniestras en el australido mar. Enerida. 4537

35. Acaba de ser exhumado desde una lúgubre cripta del Cementerio Eternido de Noraustria un tesoro que incluye joyas, armas antiguas, obras de arte y libros. Un texto llamó la atención de los investigadores que estudian los objetos derivados de la tumba de Eleanor Pinkey. Un libro de poemas de un tal Edgar Poe, un escritor oscuro del que poco y nada se sabía hasta entonces. Pero no nos detengamos en ese detalle. Lo que nos importa aquí es la dedicatoria. Transcribimos:

«A mi querida Cristal del Coronado Austrálido. Para que encuentres en este río sin fin de tinta, el páramo donde ir al infinito. Que hagas tuyas las palabras. Que sepas que nunca cedí un ápice de dignidad. Vuela hasta donde tu pasión te lleve. Yo estaré quemándolo todo para variar. Sin dar un brazo a torcer y combatiendo a muerte a los timoratos, alcahuetes, pusilánimes sujetos de poca monta».

Y firma «James Flint, Capitán del Liquidator, nave insignia de la armada de la muerte».

Serios estudiosos como Sir G.E.R. LLoyd, The Nine, o los hermanos Belga, coinciden en que se trata de un regalo de Flint a la Geshtinana. Pero hay quienes dudan y se preguntan si la tal Cristal fue en realidad Eleanor Pinkey. No se sabe si Cristal es un nombre propio o un sobrenombre.

Me pregunto: Si el libro era para la llamada Geshtinanna, intuyo el nombre de combate clave que el carmesí daba a su amada, ¿por qué no escribir lisa y llanamente Geshtinanna y desplazarse al de Cristal?

Desde mi punto de vista nunca sabremos a ciencia cierta quién es quién en esta historia. Los personajes exceden como en todas las sagas los hechos. Y a los investigadores aparentemente más serios se les dificulta enormemente discriminar la historia del mito. Idiotas irredentos. ¿Cómo captar con el pensamiento actual el de los humánidos aquellos?

Valdemar Case, Revisando la historia de la guerra australida de la serpiente V, Editorial Gerta. 5788.

36. Nunca se supo bien qué pensaba hacer. Sus planes, si los tenía, morían en su hermética mente. Sus adláteres intuían tan sólo, o a lo sumo, la mitad de lo que sucedería y nunca desde el principio. Y en rigor, a esta altura, existe un conjunto de datos que nos permiten conjeturar que Flint no trazaba nunca un derrotero. Lo cierto es que tampoco se dejaba llevar. De ahí, su encanto, su misterio. Desafiando el destino, la determinación, la lógica… ¿Libre o esclavo? Nunca lo sabremos del todo.

Belnaldo Belga. Historias de arrogantes y filibusteros australidos. Humboldt Eds. 5384

37. Tenía una fibra especial para la discusión, el debate y el litigio verbal. No se dejaba llevar. No mostraba ninguna nota de dolor. Aunque ardiera por dentro. Su habitual acidez, el vigor de su lengua bífida. James Flint era un maldito. Era capaz de llevar fuera de quicio al más reposado de sus contrincantes. Decía lo que pensaba y sostenía sus argumentos. Difícil estar a su altura. Era casi imposible que cambiara de parecer cuando del otro lado no había nivel para contra argumentar sólidamente. Mataba sin piedad. Y luego, destrozaba los cuerpos. No soportaba el hecho de que algo entero quede de sus enemigos. Si tenía piedad, te quemaba, si amaba, quemaba, si destruía, quemaba. ¡Flint piromaníaco loco!

Notas para la biografía de James Flint de Oscar Berga. Universidad del Bajo Belgrano. 5391.

38. En el imaginario de los patacones menores, mirmones autralidos y la fauna patalógica del sur, nuestro Flint es algo así como un hijo del dios padre o un ángel caído. Venerado e idolatrado por los sacerdotes totémicos, amado por las vírgenes e invocado por los ilustres.

¿De dónde nace tanta fascinación?

Se afirma que Flint no navega, vuela sobre el mar. Su voz no fluye en el aire sino que quema o amputa como un sable. No camina ni corre, danza. Sus ojos no ven, penetran. Su pelo no se ondula, electriza la atmósfera. Sus manos no aprietan ni amasan sino prestidigitan los hilos de la historia.

Mago, espíritu maligno y benigno, bendito y maldito, pacificador y guerrero.

¿Pero de dónde nace tanta fascinación?

El único registro que se tiene es la tabla xl-2546 de la Puerta de la Luna en el Templo del Cielo Muerto, cito en las costas australes del Mar de los Misterios. Los arqueólogos lograron fechar y traducir el texto. Se tiene la fuerte convicción de que fue dictado por el mismo Flint al denominado guardián del faro Quequén, 38°34′03″S, 58°41′30″O. Y dice:

«Escribe querido guardián, anota tus huellas para hundir los hechos en la historia profunda y que la gente del futuro sepa quiénes somos los que vinimos a redimir el mundo. Fuimos hombres y hoy somos ángeles de la historia viendo tierra arrasada. Quemamos y tomamos lo mejor para volver a hacer todo de nuevo. La historia es nuestra y no solo mía. No fui yo Flint, el único que hizo vibrar el átomo para que se incendie el norte maligno. Una pléyade de caídos dio forma al ejército de la redención. Nuestros rayos quemaron y las naves flotaron como nunca en el aire cósmico. Gracias a la magia tecnológica que pusimos al servicio de la revolución, hicimos los milagros. Pero no fue todo, hizo falta otra magia, la magia de la voluntad.«

Sir G.E.R. LLoyd, the nine, Tales from the patafisical ocean and its subjets. Chemical Word Press. 5225.

39. Los relatos del Océano Patafísico ahondan en metáforas y metonímias. Expongo aquellas que encontré durante mis trabajos de campo en las que de algún modo u otro aparece el fantasma del capitán Flint:

—El carmesí incendió la bandera del Excelsior con sus ojos mientras volaba en el puente del Liquidator.

—Capitán amoroso dejó caer de la palma de sus manos belladonas, amapolas y lirios mientras dejaba en su pecho una rosa negra. Ella expiró justo mientras su cuerpo vibraba.

—El sable carmesí hirió de muerte al pobre Ariel, el marmote. Nunca pudo volver a lamer las botas de su ama el idiota. Afortunado recibió un funeral. Poca monta para el carmesí que solía despedazar a sus amados enemigos.

—En la ciudad de las mil caras vacías irrumpió James Flint para quemarlo todo. Nunca más un alma.

—El acero picó el henchido pecho del idiota que osó ante el capitán parecer presumido siendo un soberbio sin qué.

—El papel en blanco simuló el contrato con el diablo sobre el que Flint fundaba la cohesión de la tripulación siempre creída que el oro se hallaría justo allí, en esa caverna misteriosa del Mar de la Angustia.

Sir G.E.R. LLoyd, the nine, Tales from the patafisical ocean and its subjets. Chemical Word Press. 5225.

40. Sabemos que Flint era un tipo con un excelente sentido del humor. Existe una carta de Fletcher Cunighton, uno de sus principales operadores en Barbuda, que cuenta una interesante anécdota. Es una cena de negocios en la que el capitán cuenta una historia que encierra un sugestivo chiste con profundo sentido analítico. Reproduzco al pié de la letra:

«Se hablaba sobre las runflas de representantes de las corporaciones en el poder, los títeres del poder fáctico y su lujuriosa vida. En ese preciso momento tomó la palabra James. Y dijo: ‘todo esto me hace acordar a un chiste que me contó un amigo, un interesante cuento basado en otro muy antiguo que se contaba en un lejano país llamado Croacia acerca de un tal Franjo Tudjman y que figuraba en un esotérico libro de un filósofo de aquel entonces llamado Slavoj Zizek. El que oí decía que en lo que hoy son las costas de los Mares Austrálidos, gobernaba un sujeto muy torpe cuyo nombre no recuerdo bien. Que era un capitalista conservador representante de las corporaciones que se daba la gran vida mientras hambreaba al pueblo. Cuenta la historia que volaba un su nave sobre el país con su familia y ministros. Consciente de los rumores sobre la miseria de la gente y su descontento mientras él y los suyos amasaban grandes fortunas y se daban la gran vida, le dice a sus acompañantes que se le ocurre la idea de lanzar un cheque de un millón por la puerta del avión así al menos el ciudadano que lo atrape sería feliz. La chupamedia de su esposa sonriendo libidinosamente le sugiere que en vez de uno lance dos cheques de medio millón para entonces hacer feliz a dos conciudadanos. Uno de sus ministros dobla la apuesta y le aconseja que sean cuatro de un cuarto de millón para así duplicar la cantidad de gente feliz. Su hija, demostrando la inocencia de los niños y niñas que siempre dicen la verdad toma la palabra y le recomienda que se tire él, porque así haría felices a todos sus paisanos. Y yo lo hubiese tirado al maldito. ¡Sí!«

Sir G.E.R. LLoyd, the nine, Tales from the patafisical ocean and its subjets. Chemical World Press. 5225.

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La presente es la tercera entrega de la novela corta «James Flint… Navegando los océanos de dulce de mercurio», del escritor argentino José Antonio Gómez Di Vincenzo. Espere los otros once capítulos en los próximos números de Revista Cronopio.

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* José Antonio Gómez Di Vincenzo es docente e investigador del Centro Babini, Escuela de Humanidades, UNSAM, Argentina. Se graduó como Licenciado en Educación en la UNSAM. Cursó sus estudios de posgrado en la UNTREF, obteniendo el título de Dr. en Epistemología e Historia de la Ciencia con la tesis doctoral «Estudio sobre la relación entre ciencias biomédicas, tecnologías y orden social. Biotipología, educación, orientación profesional y selección de personal en Argentina entre 1930 y 1943». Ha participado en numerosos congresos como expositor y tiene publicados una serie de artículos en revistas académicas y libros de texto tratando diferentes problemáticas propias del campo de la Filosofía y la Historia de la Ciencia y la Tecnología. Desde 2007 es investigador del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica «José Babini» y docente en la Escuela de Humanidades de la UNSAM.

  1. Se ha discutido intensamente en la academia esta cercanía del Carmesí al Espiritismo, cómo lo ataba a su panteísmo, cómo hacía que espíritus más allá de la materia entren en un todo cerrado que no admite trascendencias, etc. Se dijo (nunca fue expuesto) que había un documento en el que el carmesí desarrollaba sus tesis ontológicas y describía a los espíritus como formas de energía en el mundo. Desde aquí entendemos que en cuestión de creencias, al divino botón pretender coherencia. Nota del autor.

 

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