Desiderata Filosófica Cronopio

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LA IDENTIDAD ¿FILOSÓFICA? DEL SER HUMANO

Por Miguel Alavalcívar*

Cuando Descartes encuentra lo que él denomina la primera verdad —o sea el «pienso, luego existo»— cree que este conocimiento le garantiza igualmente que él mismo es una sustancia pensante, no dice que «hay un pensamiento» sino que «hay una sustancia que piensa», es decir que el racionalismo consideró que a partir de esta primera verdad se podía concluir también en la consideración del yo como una sustancia, como una entidad dotada de simplicidad y permanencia, y que fácilmente podía interpretarse en términos espiritualistas (es decir, como alma).

La interpretación de la idea de David Hume sobre la identidad personal nos enseña que no existe un yo o mente dotada de simplicidad e identidad perfecta y en la que Hume defiende una teoría específica acerca de la naturaleza del yo o de la mente, según la cual esta es solo un conjunto de percepciones.

El racionalismo de Descartes consideró la naturaleza del yo como una sustancia, como una entidad dotada de simplicidad y permanencia, la res cogitans.

El problema en que se encuentra la teoría de Hume y los racionalistas, sobre el yo y su relación con la sociedad, se da por la experiencia: nosotros sentimos que somos uno y que somos los mismos a lo largo del tiempo (al menos en lo esencial) y a eso Hume respondería que no tenemos un fundamento racional para la creencia de la identidad personal, y que sólo la memoria nos garantiza la idea de la continuidad de nuestra vida racional, o sea que la memoria y la imaginación crean en nosotros la ilusión de un objeto continuo y persistente: nuestro yo.

David Hume, a diferencia de René Descartes, no cree que el yo o el individuo sea una sustancia pensante, como defendía Descartes y como se estudia en el racionalismo.

La filosofía antes de Hume era considerada como el yo se identificaba de una forma especial con el alma aunque esta idea ya se había realizado desde la época de la filosofía antigua griega, también empezaron la búsqueda de un principio que pueda demostrar ciertas transformaciones físicas que se crearon por medio de la naturaleza, esta transformación es más conocida como la presocrática.

Descartes es quien asume el yo como alma que se muestra con más claridad. Para este filósofo racionalista, la mente o «res cogitans» es una sustancia que tiene como característica la simplicidad y la permanencia, y se diferencia de las sustancias físicas o «res extensa» porque no posee como característica la espiritualidad y la libertad.

El análisis que hace Hume es de una forma contraria al de René Descartes, pero solo un poco, ya que se puede ver en la teoría de Hume una definición de la mente pero de una forma más materialista, es decir por su rechazo a aceptar el planteamiento de sustancia que tenía Descartes aplicado a la parte psíquica del yo.

En la parte específica de la mente, Hume dice que las dos cosas que la teoría de Descartes le da a la mente como una sustancia, o sea la simplicidad y la permanencia, no se encuentran en realidad en nuestra experiencia psíquica, porque siguiendo la corriente empirista del conocimiento, Hume propone examinar si cuando miramos al interior de nuestra mente encontramos algo permanente y algo simple, «pienso , por lo tanto existo» (Segovia, Arroyo, & Navarro), lo que nos quiere explicar con esta frase es que en toda circunstancia en la que se encuentra el ser humano, además de que se ve obligado a poner en práctica la duda metódica, es por este motivo que tenemos razones por las cuales existir, en otras palabras se muestra como una verdad incuestionable y logra verse por medio de un ámbito nuevo a lo real; la subjetividad, se muestra ante el individuo como autoconsciente y esto logra que se muestre como la duda metódica y, de cierta manera, se pueden analizar con discreción ante la libertad del individuo.

¿ES POSIBLE QUE EL SER HUMANO SEA MÁS QUE EL CONJUNTO DE SUS PERCEPCIONES?

Las percepciones según Hume, nacen por medio de las impresiones y las ideas. Las impresiones son consideradas como simples y compuestas, estas se forman por medio de los cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto, lo que también incluye el dolor y el placer. Otra conexión es la parte de las ideas, también se forman simples y complejas, profundizando más este sistema sobre las ideas del individuo, logran transmitirse por medio del método empirista, como las emociones, pasiones, deseos etc.

Como se manifiesta anteriormente, las fases que percibe el ser humano lo son por medio de las sensaciones, las reflexiones también son las maneras previas de que existen más conexiones con las impresiones, como los deseos, las pasiones, emociones, y por último la conexión necesaria.

¿SE DIFERENCIAN LA SOCIEDAD DE LAS PARTES QUE LA CONFORMAN?

Teodoro Adorno manifiesta que «Por sociedad, en el sentido mas importante, entendemos una especie de contextura interhumana en la cual todos dependen de todos» (Adorno, La sociedad. Lecciones de la sociología, 1971). Analizando la cita, Adorno transmite que la sociedad no se puede manejar por si sola y que necesitamos de la ayuda de los demás para poder funcionar, esto quiere decir que la sociedad es un complemento en donde las personas y los sistemas económicos, politicos, religiosos, comunicacionales, etc, se conjugan entre sí para desarrollar una estructura mucho más completa y al mismo tiempo compleja.

Una idea de lo que él piensa sobre si dependemos de los demás individuos aparece en el libro «Lecciones de la sociologia», comentando sobre la «contextura interhumana» señala:

«Nos preguntamos ¿qué significa esto? ¿cómo lo aplicamos?, pues bien, se puede decir que es la relación que tenemos cada uno de nosotros en diferentes lugares, y lo aplicamos en sitios como: casas, colegios, trabajo,etc.».

Dependiendo de las leyes que se establezcan, podemos saber cómo comportarnos, puesto que esto se forma por medio de la relación que hay entre las leyes y percepciones, la sociedad es la base para que esto funcione, ya que es la finalidad que tenemos en conjunto con los demás individuos que forman parte de la sociedad.

Pese a que solo observamos conjuntos de percepciones específicas, recibidas por nuestros sentidos, no podemos detectar conexión real alguna entre ellas, fingimos la existencia de una mente o de un yo perfectamente idéntico en cada instante.

En definitiva, las ideas de Hume sobre el problema de la identidad personal están vinculadas con la explicación que él da sobre el origen de nuestra creencia en un mundo externo y se basan en consideraciones adicionales que elabora al discutir la idea de sustancia.

La intención de Hume es enseñar en contra de los postulados de aquellos filósofos dogmáticos que «se figuran que lo que llamamos nuestro yo es algo de lo que en todo momento somos íntimamente conscientes» (Hume, Tratado de la naturaleza humana, 1984) y que dicen que «sabemos con certeza de su perfecta identidad y simplicidad» (Hume, Naturleza, conocimiento y metafisica, s.f.) porque a diferencia de ellos, Hume propone que «no tenemos noción alguna de la mente distinta de las percepciones particulares» (Hume, Tratado de la naturaleza humana, 1984) y que solo suponemos.

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* Miguel Alavalcívar es Licenciado ecuatoriano en Filosofía y Ciencias Psicosociales; escritor de novela filosófica con tres publicaciones (El mundo contado al revés, Prozac: un libro a cuatro manos, El Trapecista); exponente en la FIL Guayaquil 2011 y embajador cultural del Ecuador en la FIL Guadalajara 2013; miembro de la Casa de la Cultura —Núcleo del Guayas— desde 2012; actualmente Director Académico y COO Partner en Arcis Capacitaciones, Director Académico en Grupo Compás; docente de Filosofía, Teory of Knowledge y Filosofía del Arte en nivel medio IB y superior.

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