Literatura Cronopio

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CORMAC McCARTHY, UNA SÓRDIDA MUERTE POÉTICA

Por: Santiago Cárdenas H.

El que haya leído el título de una manera apresurada, hablará con sus amigos, escribirá en su blog o simplemente pensará que una de las grandes promesas de la prosa americana ha muerto. También se irritará por la nueva injusticia cometida por el Nobel, por pasar de largo a un autor comparado hasta el cansancio con escritores como William Faulkner, James Joyce, Herman Melville y Mark Twain.

Eso también llevará, a que sus libros por fin se vendan en nuestro país y se dejen de promocionar junto con los de Isabela Santodomingo a sólo diez mil pesos, como sucedió en la Fiesta del Libro de Medellín. La gente conocerá quién fue realmente este escritor, se promocionarán algunas de sus películas y por fin se dará cuenta de la narrativa tan potente e inusual, en esta creciente crisis de la novela.

Pero McCarthy no está muerto y su prosa sigue con más fuerza e intensidad. Leer a McCarthy es como decía James Wood en la revista ‘The New Yorker’, entrar en un clima de frustración constante, pasar de un mal día seguido por uno peor, a una muerte casi poética. Sentirse arruinado como en una tragedia Jacobina o escrita por Shakespeare.

Christopher Goodwin lo señala también en su artículo ‘Ten things that make Cormac McCarthy special’, publicado en la revista ‘Time’ el año pasado. Leer a McCarthy es entrar en un mundo apocalíptico, existencial, solitario y donde todo parece moverse en la oscuridad de un desierto en tinieblas.

Un escritor especial…

Personalmente no sentí todas esas cosas cuando lo leí por primera vez. Será porque vivo en un país violento, apocalíptico, existencial y donde todo parece moverse entre las tinieblas. No lo sé. Lo que sí sé, es que McCarthy es alguien con un conocimiento del hombre bastante peculiar. Un escritor de motel, del desierto, de la mafia, pero también de la amistad, del amor, del trabajo. Un hombre que en el vagabundear por la frontera se fue colmando de historias, de paisajes, hasta ser uno de los mejores escritores que ha rescatado la poética del oeste.
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McCarthy parece no tener prisa cuando escribe. Confía en sus ritmos de trabajo y en la manera en que lo hace. Esto lo demuestra en sus libros con la anulación de las comas y las marcas de diálogo que tanto lo caracterizan. La lectura de sus libros es casi un viaje entre puntos seguidos y diálogos al aire, en los que sólo el buen lector de sus novelas puede sobrevivir.

McCarthy diría que James Joyce es un buen modelo de esto, porque usa las comillas al mínimo. “Si tú escribes bien no necesitas tanta puntuación. Las puntuaciones deben acompañar y hacer fácil la lectura. Creo en sentencias simples y claras, periodos, capítulos y comas ocasionales, o los dos puntos si vamos a introducir algo”, dice.

El primer escritor que conoció que suprimía las marcas en el diálogo fue Mackinlay Kantor, con su libro Andersonville. Una historia sobre la prisión más famosa de la guerra civil. Este autor no puso las marcas y eso le llamó mucho la atención. Llegó a la idea en que nadie confunde quién está hablando y entonces decidió usarlo en sus libros.

McCarthy es un viejo pesimista, un recluso, otros lo llamarían el poeta de la muerte, o el señorito de Hollywood. Pesimista por su contemplación apocalíptica de la vida en su último libro La Carretera. “El hombre es malo por naturaleza y algún día iremos todos al infierno en la misma canasta”, dice en alguno de sus comentarios del libro. Es a la vez llamado recluso, porque odia las entrevistas y no se atrevió ni acudir a la entrega del premio Pulitzer.

Calificado por unos como el escritor americano recluso más célebre desde J.D. Salinger. Se rehusa a ir en los tours de sus libros y a dar conferencias sobre su obra. Se cuenta la experiencia de que, hace algunos años, El Paso Herald-Post lo invitó a una cena que se celebraba en su honor, él sin embargo les contesto que no acudiría, y así lo hizo.

También llamado poeta de la muerte, por los sangrientos pasajes hermosamente construidos en Meridiano de Sangre. Considerada su pieza maestra de salvajismo, además del mejor libro desde Moby Dick y el más sangriento desde la Iliada. Este libro narra la historia de una pandilla de mercenarios pagados para matar a los indios desde Texas hasta México, ambientado en el año de 1840.

Él mismo opina que no puede existir algo llamado vida sin el derramamiento de sangre. Necrofilia, perversión, asesinato de bebés, son temas como traídos del horror. Es igualmente llamado señorito de Hollywood por ser uno de sus escritores consentidos, con tres de sus libros llevados a la pantalla grande.
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Otras de las cosas que hacen especial a McCarthy, es que prefiere rodearse de científicos que de escritores. Se la pasa en Santa Fe Institute, un organismo sin ánimo de lucro dedicado al estudio de los sistemas complejos, uno de cuyos fundadores es su amigo el físico Murray Gell-Mann. Dice McCarthy, que los más interesantes son los físicos y que las cosas que hablan en los almuerzos son tan intensas, que todos quisieran recordarlas más tarde.

McCrathy tampoco tiene tiempo para leer a otros escritores además de Melville, Dostoevsky, Joyce y Faulkner. Le parece que escritores como Proust y Henry James, no hacen literatura: “anyone who doesn’t deal with the issues of life and death. Writers like Proust and Henry James. I don’t understand them. To me, that’s not literature.”, dice en una de sus entrevistas.

Charles McCarthy fue el nombre que le dio su padre por tradición. Él rápidamente lo cambió por Cormac, aparentemente por el rey irlandés. Nació en 1933, y es el tercero de seis hijos. Dejó la universidad de Tennessee para alistarse en la fuerza aérea. Por un tiempo vivió junto con su esposa en Ibiza, la cantante Anne DeLisle. Entre el 70 y el 80 vivió en El Paso, Texas. Ahora está casado con Jennifer Winkley, una académica, con la que tiene un hijo. Ahora vive en Santa Fe, Nuevo México.

La mayor parte de su vida, McCarthy se la pasó en la pobreza absoluta. Vivió en graneros, chozas y escribiendo en moteles. Cargaba una bombilla en su maleta de viajes, para lograr ver mejor en los moteles y poder escribir. De algún modo sobrevivió a todo esto y logró construir su estilo narrativo. “Me había quedado sin el dentífrico, y yo me preguntaba qué hacer y fue cuando fui al buzón y encontré una muestra gratuita”, le dice en una entrevista a Ophra.

Su segunda esposa, decía que era tan pobre que había momentos en que no había un peso en la casa. Otros dicen que era tan pobre que fue expulsado de un hotel de cuatro dólares el mes.

Pero había gente que lo llamaba para pagarle por entrevistas y conferencias, y él les decía que todo lo que tenía que comentar ya estaba en las páginas de sus libros. No conseguía otros trabajos y para eso se concentró en su carrera como escritor: “Creo que la vida es muy corta. Y me parece que pasarse toda la vida, haciendo lo que alguien quiere que tú hagas no es una buena manera de vivir”, dice McCarthy.

Nunca tuvo dinero, pero siempre contó con suerte. Había días en que le llegaban sobres con dinero de sus amigos, o de alguna fundación que le reconocía su trabajo. Él mismo dice que la vida de un escritor consta de dos partes, una de mala suerte y la otra de buena suerte. Todavía se corta su propio pelo, se hace sus comidas y lava su ropa para ahorrar algún dólar.

La primera novela de McCarthy, tiene una historia singular. ‘The Orchard Keeper’, fue publicada por la editorial Random House en 1965. McCarthy decidió enviar el manuscrito a Random House, porque “era la única editorial de la que había oído hablar”. Albert Erskine, fue el editor que la recibió. Para su suerte había sido el editor de William Faulkner hasta su muerte en 1962. Erskine continuó editando a McCarthy durante los siguientes veinte años.

A McCarthy parece no importarle si mucha gente lo lee o no. La verdad le interesa más que la gente aprecie sus libros, así sean unas pocas personas. En una época no vendía más de cinco mil libros y no tenía agente. Ahora vende más de 190.000 ejemplares en los primeros meses y tiene la agenda copada casi todo el tiempo.

Otro de los misterios que lo rodean, es que la mayoría de sus libros no tratan sobre mujeres y por eso lo catalogan como un escritor para hombres. Él contesta cuando le preguntan sobre esto, que las mujeres le parecen muy misteriosas y que no tiene la menor intención de comprenderlas. Reconoce también que no es un fan del realismo mágico. No le interesan estas clases de historias que la gente no alcanza a creer. Para él tienen que ser vagamente plausibles.

Tres libros, tres películas

Billy Bob Thornton, tuvo el honor de dirigir para muchos el mejor libro de Cormac McCarthy, conocido como ‘All the Pretty Horses’, el primero de la Trilogía de la Frontera en el que también se encuentran ‘The Crossing’ y ‘Cities of the Plain’. En esta película tiene su aparición el actor Matt Damon, interpretando a John Grady Cole. Henry Tomas hace del viejo amigo Lacey Rawlins. Alejandra, la mujer de la que se enamora John, es un papel que interpreta Penélope Cruz.

La película trabaja muy bien la estética de McCarthy. Con unos paisajes en el desierto conmovedores que también se ven retratados en el libro. Se puede decir que es la modernización y renovación del western y el reconocimiento de un sistema de vida, que pocos autores se atreven a profundizar.

La película tiene un manejo de la fotografía y la música sencillamente grandiosas. Además que es una historia potente y humana, y casi un homenaje a los caballos y las costumbres de los rancheros de México. La agudeza de este libro se puede decir que está reflejada en la buena producción cinematográfica del director.

Es poco probable que McCarthy y Thornton no se hayan alimentado de las largas caminatas por el desierto, el amor por los caballos, por la vida sencilla y trabajadora de los campesinos. Por los problemas en los que se encuentran los cowboys en sus viajes, y el conocimiento del campo, como la bella escena en la que los personajes Cole y Rawlins doman los caballos salvajes.

Otra de las escenas cautivadoras es cuando  se llevan al chico Blevins, interpretado por Lukas Black, para asesinarlo. Ese momento de confusión de sus amigos, cuando lo ven luchando por su vida, a este chico de 17 años entre los brazos de un coronel malvado, son esa clase de cosas que hacen de McCarthy “el mejor escritor norteamericano con vida”.

La actuación del joven, puede ser la mejor que hayamos visto en una película norteamericana. Hay quienes dicen que parece más un  chico de 35 años y no de 17, por su actitud madura. Y es aquí donde McCarthy crea un personaje muy combinado con su criterio y su experiencia personal.

El título ‘All the pretty horses’, es tan poético como el desarrollo del libro. Aunque también bastante sutil para una historia tan salvaje. La trama es ya bien popular en la literatura. Personajes que se van de su país en busca de la muerte en el extranjero. Y parece ser que la muerte mexicana es la más atractiva para muchos escritores. Autores como Carlos Fuentes y Juan Rulfo lo registraron en algunas de sus novelas. “Ser un gringo en este tiempo en México, es una eutanasia”, dice Fuentes en su libro Gringo Viejo.

Se puede decir que en los libros de McCarthy la muerte es violenta y rápida, se arranca de lleno del espíritu y se le envía con furia al vacío de la nada. Casi todos sus personajes mueren. El bueno en McCarthy no vale más que el malo. No hay vidas excepcionales, y esto es lo que nos hace sentir inútiles cuando leemos sus novelas. Parece ser que en sus libros se prefiere vivir una muerte digna, que morir una vida indigna.
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Otra de sus películas es la dirigida por Joel y Ethan Coen, más conocidos como los hermanos Cohen.  Protagonizada por Josh Brolin, Tommy Lee Jones, Javier Bardem y Woody Harrelson. Ganadora del Oscar en tres oportunidades y mejor película del año,  llamada como el libro ‘No Country for Old Men’. La película conserva algunos de los paisajes que se ven en All the pretty horses, comienza con unos planos generales del desierto, y tampoco se respeta el final de sus protagonistas.

La historia relata paso a paso cada uno de los apartados del libro. Salvaje y violenta como las demás. Con escenas en una larga lista de variedades del barbarismo concebible a lo McCarthy. Con un asesino, que sin lugar a dudas quedará en la historia del cine, interpretado por Javier Bardem. Ese loco de peinado de cabra, con su caminado singular y que mataba a sus víctimas con una pistola de aire, de las mismas que utilizan para matar el ganado.

De igual forma, es una cinta reconocida por tener la mejor escena jamás filmada de un perro persiguiendo a un hombre por un río. Y es la escena cuando el cazador y veterano de Vietnam Llewlyn Moss, interpretado por Browlin, es descubierto por los narcotraficantes en la escena del crimen. En ella lo persigue un pitbull rabioso, que termina muerto por un disparo en el último segundo en el que Llewlyn va a recibir la feroz mordida.

“En realidad era un perro entrenado para matar gente”, comentan los hermanos Cohen. Su entrenador tenía un juguete de color neón naranja, que el perro buscaba agitado haciendo lo que tuviera que hacer para obtenerlo. Así que a Llewlyn le tocaba metérselo entre los pantalones y zambullirse en el río. Lo que no sabía era lo rápido que este perro podía nadar, entonces el perro lo alcanzó y cuando salió del agua, sacó el juguete por su bragueta y lo lanzó lejos presa del terror. Pensaba ¡Por dios sólo soy un actor!

Una nueva ruta…

Todo este recorrido lo hago para hablar sobre su último libro llevado al cine, que se estrenará este fin de año en las carteleras locales. ‘The Road’, es la nueva película y lleva el peso del Pulitzer, marcado en la portada. John Hillcoat fue el director que se atrevió a esta odisea cinematográfica, por ser una producción ambientada en una época post-apocalíptica. La película es protagonizada por Viggo Mortensen que hace del padre, Charlize Theron, como la hermosa madre y Kodi Smit-McPhee como el hijo.

McCarthy se inspiró en esta obra después de registrarse con su hijo en un hotel de El Paso, Texas. Una noche cuando su hijo dormía, Cormac se puso a observar por la ventana del hotel el pueblo en silencio. Nada se movía a esa hora. Escuchaba los trenes pasando y se hizo la imagen, de cómo podría ser el pueblo en unos cincuenta o cien años. De repente, se le vino a la mente las imágenes de fuego en las montañas y pensó en la suerte de su pobre hijo.

Se sentó a escribir las primeras páginas, cuatro años más tarde cuando estaba en Irlanda, se despertó y recordó esas dos páginas que terminaron convirtiéndose en aquel libro. Nunca supo en qué iba terminar hasta que llegó al final. El libro lo escribió en unas cuantas semanas. Lo dedicó a su hijo Joan Francis de ocho años.

La historia es admirable. Lo captura a uno desde las primeras páginas. No es su mejor libro pero sí sorprende cómo mantiene la tensión y la expectativa con el chico y el padre. Dos seres perdidos  en esas ciudades y bosques incendiados, y en la larga carretera de la que nunca salen. Con el carrito de mercado donde llevan sus víveres, mientras los persiguen caníbales y ladrones.

Es un argumento que puede sonar un tanto estúpido. También puede parecer como una historia sacada del ‘post- 28 weeks later’, semejante a la última cantidad de películas de rutina que están saliendo sobre el tema. Pero la historia es lo bastante profunda como para perturbarnos con el trágico final. Lleva la marca McCarthy, en la que los buenos también mueren.

La historia transcurre en la inmensidad del territorio norteamericano. A la par, la película adaptada por el guionista Joe Penhall, es ambientada en la pintoresca Oregon. La película comienza con el chico y el padre, que son dos extraños sobrevivientes de un holocausto nuclear.

El padre después de aguantar su vida hasta el cansancio y recorrer los espacios donde pasó su infancia, trata de proteger a su hijo de las bandas de caníbales. Avanzando hacia el sur en dirección al mar. Huyendo de un frio “capaz de romper las rocas”. Para luego morir al lado de la carretera y dejar a su hijo sólo en aquella perversidad de mundo.

Un mundo, que para McCarthy, está destinado a morir y no hay nada que pueda hacerse para salvarlo. Los paisajes baldíos y el carrito de compra, se convierten en la desesperación del hombre en soledad y lo frágil de su vida. Es la imposibilidad de la civilización y el carácter natural violento del hombre. Pero también es una película sobre el optimismo que radica siempre en nosotros y el amor por la vida.
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El repertorio de McCarthy no se detiene y se espera que para el año 2010 se acabe de grabar ‘Blood Meridian’, bajo la dirección de Todd Field. Y ‘Cities of the Plain’, anunciada para ser llevada al cine por Andrew Dominik, en el año 2012.

Conocemos ya de antemano que mientras McCarthy siga escribiendo, seguirá buscándolo Hollywood, una empresa que se queda cada día sin buenas historias que contar. Pero ahí seguirá McCarthy, escribiendo buenas historias como su próxima novela ‘The Passenger’, que anunció hace poco en su página web.

Cormac McCarthy, el ermitaño de la narrativa norteamericana, que se la pasa por el mundo si dejarse fotografiar, será un autor de culto dentro de algunos años. Ahora sólo queda saborear la sangre de sus libros y esa profundidad humana en la que todos despierta sus relatos.

1 COMENTARIO

  1. McCarthy, por lo menos su popularidad ha hecho que los libros sean menos escasos, aunque en Medellín es difícil encontrar sus obras. Bolaño, lector visionario, había previsto hace años la importancia de este escritor cuando todavía no era muy conocido en latinoamérica. Pero qué tan difícil es encontrar libros de él en las bibliotecas a excepción de los archifamosos títulos llevados al cine.

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