Literatura Cronopio

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simbolos en el poder del perro

SÍMBOLOS EN «EL PODER DEL PERRO»

Por Carmen Elisa Benavides M.*

Un elemento fundamental utilizado en la literatura, ligado a la necesidad del ser humano y a la comprensión de la realidad circundante, es el símbolo, representación indirecta y figurada de una idea, de un conflicto o de un deseo inconsciente. El símbolo concentra tal energía significativa, que permanece a lo largo del tiempo, adaptándose a la gran diversidad de contextos y de épocas, por lo cual podría decirse que tiene esa cualidad intrínseca de lo eterno. En la literatura, el símbolo proporciona —sin palabras y sin explicaciones— muchas claves sobre la historia o sobre los personajes.

Tomando como base los anteriores conceptos, analizaremos los símbolos utilizados en la novela «El Poder del Perro» (1967), escrita por el norteamericano Thomas Savage (1915–2003). Esta obra llevada al cine en 2021, dirigida por la neozelandesa Jane Campion (1954), ganó el Premio Oscar 2022 a la mejor dirección.

La novela, que se sitúa en 1924 en el sudoeste de Montana, narra la historia de dos hermanos: Phil, el personaje que domina la historia, es un hombre atractivo de 40 años, músico, amante de los libros, dotado de una sensibilidad que parece ver más allá de la naturaleza misma, descuidado en su apariencia y en su higiene personal, cruel pero al mismo tiempo carismático y fascinante; y George, de 38 años, corpulento, bajo, apacible, compasivo y sin ningún pasatiempo —la descripción física que hace el escritor de los dos hermanos hace alusión a Don Quijote y Sancho Panza—. Desde el momento en que George contrae matrimonio, Phil logra que la vida de la esposa de George —llamada Rose— se torne insoportable, llevándola a caer en la adicción. Cuando llega Peter —el hijo de Rose— y se da cuenta de lo que sucede, decide elaborar un inteligente plan.

«Los perros se quedaron en las sombras, gimiendo lentamente, y luego adoptaron una extraña quietud. Peter tuvo el impulso de susurrar la frase de los Salmos que tanto lo había conmovido horas antes.

Libra de la espada mi alma,
del poder del perro mi vida».

Desde tiempos ancestrales, el hombre ha utilizado animales, entre ellos el perro, para encarnar vicios o virtudes. El «perro» juega un papel importante en los mitos y religiones, por lo cual es parte de la cosmovisión que se configura en cada conjunto de creencias religiosas. En la sociedad feudal, el perro es símbolo de la amistad y de la fidelidad. En las diferentes culturas del Mediterráneo antiguo y Mesopotamia, tiene connotaciones negativas asociadas al mal, lo impuro y la muerte. En el Antiguo y Nuevo Testamento el «perro» es nombrado como señal de traición, peligro, impureza y suciedad.

La frase «el poder del perro», título de la novela, crea una relación profunda entre la silueta de un perro corriendo —formado por rocas— que Phil ve en la colina y percibe listo para alcanzar su presa, y el salmo 22:20 de la Biblia protestante Reina Valera, versión 1960.

Salmos, 22
16 Porque perros me han rodeado;
 Me ha cercado cuadrilla de malignos;
 Horadaron mis manos y mis pies.
17 Contar puedo todos mis huesos;
 Entre tanto, ellos me miran y me observan.
18 Repartieron entre sí mis vestidos,
 Y sobre mi ropa echaron suertes.
19 Más tú, Jehová, no te alejes;
 Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.
20 Libra de la espada mi alma,
 Del poder del perro mi vida.

Deuteronomio, 23
18 No traerás la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová tu Dios por ningún voto; porque abominación es a Jehová tu Dios tanto lo uno como lo otro.

Desde una perspectiva religiosa, el salmo leído por Peter del libro de oración, muestra la unión inquebrantable entre creador y creación, tiempo y eternidad. La figura del «perro», en la obra, simboliza el mal; marca un determinado camino para Phil y Peter, encubre y al mismo tiempo revela un efecto negativo sobre sus vidas.

«La entrada misma se había convertido, en efecto, en una arboleda sagrada y la poza para nadar en un lugar de abluciones; sólo allí él exponía y bañaba su cuerpo. Era un sitio valiosísimo y jamás debía ser profanado por la presencia de ningún otro ser humano».

El elemento «agua» tiene diferentes cargas simbólicas dependiendo del contexto cultural; puede hacer referencia a la idea del nacimiento, a la búsqueda espiritual, al camino que une el mundo de los vivos y los muertos —el río Nilo para los egipcios— a la entrada a mundos desconocidos y paraísos ilusorios. Los antiguos veneraban las fuentes de agua, las consideraban lugares donde habitaban divinidades. En el cristianismo el agua es el elemento que presencia la creación del mundo, por ello el ritual del bautismo es un símbolo de purificación y un nuevo nacimiento.

Por la forma como el escritor describe el pasaje, el elemento «agua» en este caso es símbolo de purificación, renovación y liberación y hace que Phil sienta una especie de renacer cada vez que experimenta esa vivencia; adicionalmente lo devuelve a su niñez, época en la que compartía con su hermano George.

«El nuevo sol que se elevaba por encima de las colinas orientales dejaba al descubierto un mundo tan amplio y hostil a la esperanza que los vaqueros jóvenes se aferraban a los recuerdos de casa, de los fogones de la cocina, las voces de sus madres, el guardarropa de la escuela y los gritos de los niños en el recreo».

El paisaje descrito por el novelista, en el que se desarrolla la cotidianidad, no es supérfluo ni ornamental; es símbolo de la ausencia total de esperanza, de la lucha continua con esa naturaleza agreste que exige o arrebata todo, y marca de manera absoluta a sus personajes convirtiéndolos en seres opacos, implacables o taciturnos. El paisaje, con sus varias significaciones o símbolos, lo han utilizado escritores como William Faulker («Mientras Agonizo», 1930), Flannery O’Connor («La buena gente del campo»,1955), Emily Brontë («Cumbres Borrascosas», 1847), entre otros.

«Pero Phil se sentía frustrado y huraño. Lo del conejo no había salido bien. No había logrado capturar esa nostalgia que le pedía el corazón. Cuando volvieron al otro lado del pajar para terminar de almorzar, empezó a hablar nuevamente sobre Bronco Henry.

—No —dijo—. Cuando Bronco Henry llegó a esta zona, no sabía nada de cabalgar ni de enlazar. Sabía menos que tú, querido Pete. ¡Vaya, si tú ya sabes sentarte bien sobre un caballo! Pero, por Dios, sí que aprendió. Oh, me enseñó algunas cosas. Me enseñó que, si tienes agallas, puedes hacer cualquier jodida cosa, agallas y paciencia. La impaciencia es una mercancía cara, Pete. Me enseñó a usar los ojos, además. Mira hacia allí. ¿Qué ves? — Se encogió de hombros—. Ves la ladera de la colina. Pero cuando Bronco miraba allí, ¿qué crees que veía?»

Trailer de El poder del perro (Netflix, 2021)

En la novela hay un personaje, Bronco Henry, que en ningún momento se describe, pero que va estrechamente ligado a la vida emocional y solitaria de Phil. El dolor de esa pérdida que ha dejado en su memoria una huella, porque es y ha sido el vaquero al que admira y fue también su objeto de deseo, causa en Phil tal malestar, frustración y nostalgia, que es en ese contexto donde la capacidad simbólica cumple su papel principal, la de representar mentalmente la realidad con símbolos–mediadores entre el deseo y el objeto deseado: imágenes, objetos sustitutos, o palabras.

«El chico quería convertirse en él, fundirse con él, de la misma manera en que Phil, en una sola ocasión, había querido unirse a alguien, y ese alguien ya no estaba, había muerto arrollado mientras Phil, con veinte años, lo vio todo sentado en la baranda del corral de los caballos salvajes. Ah, Dios, Phil casi había olvidado lo que el roce de una mano podía hacer y su corazón contó los segundos en los que la mano de Peter estaba sobre él y se regocijó por la calidad de esa presión. Le decía lo que su corazón necesitaba saber».

Una fuente de frustración más que se agrega a la vida de Phil es ese secreto deseo que debe ocultar y que tal vez no ha sido satisfecho. En el territorio donde se desarrolla la acción no se puede alterar el orden establecido; el vaquero es el símbolo por excelencia del «macho» de las grandes extensiones del oeste americano. Esa frustración, aunada a la poca tolerancia con que Phil la enfrenta, desencadena violencia no solo contra él mismo, también contra los que están a su alrededor; es por ese medio como Phil elimina la tensión interna.

«Y era perfecto también de otra milagrosa manera. Puesto que en ese preciso instante él tenía en las manos el medio para la solución definitiva, esa cuerda recién empezada que, si se la regalaba el chaval, sería el medio para empezar a cortejarlo y apartarlo de ella. Esa cuerda sería, en cierta forma, un lazo entre ellos. Sus manos se detuvieron y se quedaron inmóviles. Las separó del cuero crudo y las vio una frente a la otra, como dos grandes arañas. De pronto, se sintió poseído, hechizado y toda la cabeza se le llenó de esa idea: esa misma cuerda que tenía en las manos sería el medio para el fin».

En la mayoría de las culturas el «lazo» tiene connotaciones positivas; simboliza el vínculo o la conexión entre la materia y el espíritu, la fuerza, la energía, la felicidad, la fortuna, la solidaridad. En la masonería representa la unión del hombre con el universo. En la antigua Grecia simboliza la unión entre los dioses y los hombres, el cielo y la tierra.

En la novela, el escritor nos regresa de nuevo a la Biblia al utilizar la palabra «lazo». En el párrafo de la obra se percibe una amenaza, un algo que pretende provocar la separación entre Rose y su hijo Peter y que por consiguiente devastaría a la mujer. Esta connotación de lo negativo está presente en la Biblia Reina Valera versión 1960, donde la palabra «lazo» es utilizada para implicar cualquier cosa que pudiera destruir y que el pueblo de Dios debe evitar.

Salmos, 91
3 Él te librará del lazo del cazador,
 De la peste destructora.

Salmos, 141
9 Guárdame de los lazos que me han tendido,
 y de las trampas de los que hacen iniquidad.

1 Timoteo, 6
9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo,
 y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los
hombres en destrucción y perdición.

Situando la obra en una época en que predomina una sociedad conservadora y machista —que marca de manera brutal al personaje principal— y utilizando connotaciones negativas para ciertos elementos, Savage crea páginas magistrales en las que sumerge al lector en los sombríos laberintos del alma humana.

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* Carmen Elisa Benavides Morales nació en Cali. Estudió Contaduría en la Universidad Santiago de Cali. Participó en dos talleres de Escritura Creativa en el Metropolitan Community College de la ciudad de Omaha (NE) (uno de ensayo y otro de cuento y crónica). Algunos de sus escritos han sido publicados en: «Historias sin límites» de Editorial Mini Libros de Sonora (2023), Revista Cronopio (2023), Antología de Ediciones El Silencio «El Valle Relata, 34 mujeres» (2023), Antología «Soles y Lunas» (2020, 2019), «Micro fantasías III» (2018), «Pluma, tinta y papel VII» (2018), «V Antología de relatos eróticos» (2017), «Sensaciones y Sentidos IV» (2017), «Que todo el mundo te cante» (2016), «Para antes del olvido» (2015). Ganó una mención de honor en el concurso Historias en Yo Mayor con el cuento «Dos Amigos» (2015). Publicó un libro titulado «A dream made of words» (2007).

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