Sociedad Cronopio

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CEREMONIAS Y RITUALES FUNERARIOS EN LA QUEBRADA DE HUMAHUACA

Por Antonio Las Heras*

Tilcara —noroeste de la Argentina, provincia de Jujuy, a 2.500 metros sobre el nivel del mar— es un pueblo en continuo crecimiento situado en la Quebrada de Humahuaca (declarada hace algunos años Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) que se encuentra en las proximidades del famoso Pucará de Tilcara, una construcción fortificada, con fines militares, precolombina desarrollada en la cumbre de un cerro y que se extiende hasta el faldeo mismo donde surca el Río Grande, columna vertebral de la quebrada misma.

El proceso de rituales y ceremonias funerarias en Tilcara —como en toda la Quebrada de Humahuaca y alrededores— tiene aspectos precisos, minuciosos y dura unos cuantos días.

A poco de producirse el óbito, al cadáver le serán quitadas todas las ropas y lavado cuidadosamente. Un proceso a cargo de dos o tres personas, con suficiente experiencia, realizado a puertas cerradas. Seguido le serán puestas las mejores ropas y recién entonces puede que sea depositado ya en el féretro o en la misma cama que usó en vida. Entonces la gente sí puede acercarse.

El clima emocional es una peculiar combinación de tristeza y alegría. Los pueblos originarios —al igual que tantas otras culturas en todo el mundo— festejan, cantan, danzan, brindan y comen alimentos típicos durante todo el velatorio. A nuestro juicio ha sido la influencia católica en particular, y cristiana en general (el catolicismo está muy arraigado desde los tiempos de la conquista y, ya en el siglo XX se sumaron los cultos evangélicos, cuyos templos se ven en casi todos los pueblos, aún los más pequeños), la que agregó el ánimo de tristeza y también —en ocasiones— expresiones de llanto para estos momentos.

Todos reunidos alrededor del finado conversan, comen y consumen bebidas alcohólicas. Estarán despiertos toda la noche y, a la mañana siguiente, acompañarán los restos mortales hasta el cementerio.

Hay algunos detalles que pueden pasar desapercibidos al recién llegado que no conoce los aspectos más secretos de estas costumbres fúnebres. Las ropas que se han puesto para vestir el cadáver tienden a ser oscuras o, directamente, negras; según las que hubiere disponibles. También es posible que antes de iniciarse el velatorio haya llegado una persona de edad avanzada, silenciosa, que se ha dirigido sin dilaciones al lugar donde el cuerpo estaba siendo preparado. Es el experto en colocar las sogas. Unas cuerdas largas gruesas, terminadas en nudos, que son atadas a la cintura del cadáver dejando que cuelguen a los costados hasta casi tocar los pies.

Para entender el por qué de esto hay que conocer primero que esta cultura tiene la creencia de que para llegar a su morada final aquella parte inmaterial de la persona que sobrevive a la muerte tiene que atravesar un extenso territorio cuya característica es ser una llanura intensamente blanca. Para evitar confusiones y que pueda hallar el sendero adecuado, sin perderse posteriormente, visten con ropas oscuras el cadáver que contrastarán con la blancura del espacio a recorrer y lo dotan de las cuerdas que le permitirán sostenerse mejor durante la travesía.

Conocemos mitos de variadas culturas donde lo que se mantiene vigente después de la muerte —se llame alma, espíritu o como se quiera— debe atravesar algún territorio extenso. Lo que aquí podemos preguntarnos es específicamente por qué se lo describe como «intensamente blanco». Pensamos que, tal vez, tenga que ver con los salares que se encuentran próximos a esta región; más precisamente en la Puna Jujeña, una zona a aproximadamente 4.000 metros sobre el nivel del mar, inhóspita, muy próxima al macizo andino, que luce como un gran desierto blanquísimo, que al reflejar la luz solar hipnotiza y ciega.

Una vez concretado el entierro (los cementerios suelen estar en lo alto para evitar que las tumbas sean afectadas por las habituales crecientes del Río Grande en tiempos de deshielo o de lluvias) las ceremonias fúnebres no han terminado.

Ahora comienzan «las nueve noches» que son la cantidad de noches seguidas en las que los deudos, amigos y vecinos se reunirán para realizar oraciones que ayuden al finado a encontrar, sin mayores dificultades, aquella morada donde tendrá el descanso eterno. Ninguno de los que interrogamos pudo explicarnos por qué la duración es de nueve noches y no otra cantidad. Nos hemos permitido pensar que, tal vez, así como nacer requiere de «nueve lunas», el sendero de la muerte necesite «nueve noches» para ser transitado.

El proceso ceremonial no ha concluido, pues requiere de otra cosa que se hace durante los nueve días que acompañan a las nueve noches. Se trata del prolijo lavado y secado de todas las pertenencias del muerto. Así ya estuvieran lavadas y planchadas, sin uso, por tratarse de ropas de su propiedad deben atravesar este ritual al que se le atribuye un poder liberador.

Hecho esto puede tenerse fe que, ahora si, que el muerto descansa en paz para la eternidad en el lugar del universo que el Creador ha dispuesto.

Tilcara, Jujuy, Argentina: poesía e imágenes. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=MFf-Ntvboqs[/youtube]
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* Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis graduado en la Universidad Argentina John F. Kennedy. Esta casa de altos estudios lo distinguió (1989) con el máximo galardón académico que la misma entrega «La Gran Cruz Kennedy» por «sus investigaciones originales en Parapsicología y Psicología Junguiana». Docente en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Presidente de la Asociación Junguiana Argentina (AJA) y del Instituto Humanístico de Buenos Aires, integra las comisiones directivas de la Asociación Argentina de Parapsicología, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y la Fundación El Libro. Autor de unos 30 libros de ensayo, recibió por sus escritos el Premio Accesit Al Mejor Trabajo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (1985), la Faja Nacional de Honor en el Género Ensayo (1992) de la Asociación de Escritores Argentinos (ADEA) y de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 2007. Sus libros más recientes son Permiso para una vida mejor (Guía para el desarrollo del poder mental y creación de pensamiento positivo) publicado por Editorial Atlántida (Buenos Aires); Jesús de Nazareth (La biografía prohibida) de Editorial Nowtilus (Madrid); Sociedades secretas: Templarios, rosacruces y otras órdenes esotéricas, e Editorial Albatros (Buenos Aires) y Manual de Psicología junguiana, de Editorial Trama (Buenos Aires) Página oficial: www.antoniolasheras.com.ar correo-e: alasheras@antoniolasheras.com.ar

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