TÚ NO MATARÁS, ¿UN MANDAMIENTO O UNA ADVERTENCIA?
Por María del Rocío Vallejo Alegre*
«La muerte está tan segura de alcanzarnos
que nos da toda una vida de ventaja»
(Refrán mexicano).
Tú no matarás, la novela de Julia Navarro (Penguin Random House, 2018) ha causado polémica entre sus seguidores. Para algunos es una novela sencilla de leer, amena. Otros opinan que es innecesariamente extensa con sus 984 páginas. Hay quienes la consideran una novela histórica, dándonos a conocer la vida de los vencidos, el exilio después de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. En contra parte, tenemos quien la considera una novela romántica, principalmente porque los datos históricos han pasado a un segundo término. Para Julia Navarro, «es una historia absorbente que nos habla sobre la culpa, la venganza, el peso de la conciencia y los fantasmas que nos persiguen y condicionan nuestras decisiones». Justamente el título y esta descripción fue lo que me llevó a leerla.
Como os conté en otra de mis reflexiones, mi abuelo materno nunca fue amigo de las armas y después de escapar del campo de concentración en España, tuvo que salir de Francia para evitar ser llevado al frente en la Segunda Guerra Mundial y tener que empuñar un arma de fuego. En sus palabras «Si yo no empuñé un arma en la guerra de mi país, no la empuñaré en ninguna otra guerra». Crecí con esta historia relatada por mi madre. Si bien estos son los valores de mi familia, son valores comunes en nuestra sociedad. No es nada sobresaliente, códigos civiles, leyes, mandamientos y valores universales entre otros, condenan matar. Lo que se diferencia en la historia de mi familia, es que mi abuelo nunca consideró el uso de armas de fuego como una alternativa, aun estando en guerra.
Un arma, personalmente, es sinónimo de muerte. Empero para otro es sinónimo de protección, de seguridad. Este segundo significado no lo conocí hasta que vine a vivir a los Estados Unidos y experimenté el orgullo de la Segunda Enmienda Constitucional. En esta se protege el derecho del pueblo a poseer y portar armas. Frases como son; «por la protección de mi familia, es para defendernos» son las principales razones del apoyo a esta enmienda. Me resulta irónico que fuese establecida en 1791, en un país en formación y cuya inestabilidad lo caracterizaba y hoy en día, 228 años después, siga vigente. Estados Unidos es una de las potencias más grandes del mundo, su poderío económico y su capacidad militar no se iguala fácilmente. Desgraciadamente su gente, el pueblo, pareciese que aún requiere de armas personales para defenderse, para asegurarse, para proteger a sus familias.
El matar, sea cual sea el motivo, tiene las mismas consecuencias. Julia Navarro, lo expresa claramente en su obra: «Fernando, tú no matarás», y como él insistió, entonces su padre, muy serio y señalando con el dedo, le volvió a repetir: «No matarás hijo, tú no matarás. Porque ningún hombre vuelve a ser el mismo después de haber quitado la vida a otro hombre» (1) ¡Qué tristeza, que Fernando no lo escuchase!, ¡Que no comprendiese las implicaciones de matar!, ¡Qué tristeza que hoy en día, en pleno siglo XXI aún se manipulen los valores heroicos de matar!
Mi padre nunca me habló de armas per sé, alguna vez comentó que fue de caza y no le gustó, así que se regresó al campamento y se comió el almuerzo de todos. Sus primos no estuvieron muy felices con él al volver. En casa, nunca hablamos de armas per sé, en México a diferencia de los Estados Unidos, tener armas no es razón de orgullo nacional. Sin embargo; creo que la lección más fuerte sobre las armas, me la dio justamente mi padre.
Debería de tener unos doce años, estábamos en el coche mis padres, mi hermano y yo. Veníamos por la Calzada México-Tacuba, cerca de donde se encuentra el sobreviviente e histórico ahuehuete conocido como «El Árbol de la Noche Triste». Símbolo mexicano de la resistencia indígena donde la tradición cuenta que en 1520 el conquistador español, Hernán Cortés, lloró ante la victoria de los aztecas. Mi padre, historiador autodidacta, siempre nos lo enseñaba y aprovechaba a contarnos sobre la historia al pasar por dicho lugar. Aún recuerdo el tronco negruzco del árbol a medio morir y una pila de ladrillos que lo ayudaba a mantenerse en pie. Aunque no lo crean, en aquellos tiempos nos quejábamos ya del tráfico en mi querida Ciudad de México. Los «claxonazos» y las «mentadas», eran ya parte del escenario. En fin, íbamos todos en el coche rumbo a casa, no recuerdo de dónde veníamos. Repentinamente vimos cómo dos coches se detenían bruscamente en frente de nosotros. Mi padre paró el coche en seco, detrás de ellos. El primer conductor se baja insultando al segundo. No recuerdo el origen del conflicto. Lo que se me quedo grabado fue como el segundo hombre se bajó del coche y empezó a caminar hacia el primero. De pronto se echó la mano a la espalda, a la altura de la cintura. El primer hombre corrió a su vehículo y se fue. El segundo hombre regresó tranquilamente a su coche. En ese preciso momento, mi padre nos dijo que eso nunca se debería de hacer. El hombre había fingido tener una pistola y por ello el otro hombre había huido. Esto había sido mentira, pero había resultado. El primer hombre se había ido. Entonces mi padre nos explicó muy seriamente, imagínense si el primer hombre hubiese tenido una pistola, al sentirse amenazado la sacaría y tiraría a matar. El hombre que fingió tener una pistola se jugó la vida. «El que tiene una pistola es para usarla y tirar a matar».
«El que tiene una pistola es para usarla y tirar a matar», sería mi juventud, mi inocencia, o mi gran imaginación; pero sus palabras causaron tal impresión en mí que hasta el día de hoy las recuerdo. Tener una pistola implica que eres capaz de «MATAR». Imaginarlo me cimbra, me cuestiona, me enfrenta con mi propia naturaleza. Cobardía para algunos, valentía para otros, inconciencia para los demás. Quitar la vida a cualquier ser vivo no es parte de mí. Será por mi cobardía de no enfrentar la muerte, será mi valentía de dejar pasar la vida, será mi inconciencia de negarla… pero la simple idea de matar a alguien, crea un sentimiento en mí que había sido incapaz de describir hasta cuando tuve la oportunidad de leer esta obra.
Desde que vivo en los Estados Unidos me he visto expuesta a está «necesidad de seguridad, de defensa», he hablado, he discutido, he tratado de convencer… «Tener un arma es para usarla, es para matar» desafortunadamente he fracasado en mi intento. No he logrado que nadie cambie la respuesta: Es por mi familia, es por su protección, por su seguridad… Nunca he logrado expresar aquel sentimiento que sentí con la explicación de mi padre, ningún adjetivo que conozco a podido materializarlo y obviamente, mucho menos he podido transmitirlo. Esta es la razón porque el título de la novela me cautivo «Tú no mataras».
La crítica de la novela está en lo cierto, es una novela histórica, centrada en una novelesco y fantasioso romance. Pero también está enmarañado de elementos psicológicos, traumas y tabús. Como comenté, concuerdo que la novela es fluida, interesante, aunque ciertos toques de ficción la hacen poco realista. Hubo momentos, explicaciones que me resultaron «hollibudences» o cómo diríamos en mi tierra «sacadas de la manga». Pero no por esto podemos perder el verdadero objetivo de la autora.
Tú no matarás, nos presenta una alternativa sobre la victoria que películas, novelas y video juegos de acción nos presentan hoy en día. Los buenos matan a todos los malos y son héroes. Nuestros jóvenes luchan por la democracia, la libertad y los derechos humanos. Sin embargo, poco hablamos de los que regresan a casa vivos. Algunos llegan con medallas, otros con algún reconocimiento por su servicio, pero ninguno de ellos vuelve a ser el mismo. «No matarás hijo, tú no matarás. Porque ningún hombre vuelve a ser el mismo después de haber quitado la vida a otro hombre». Esta es la realidad después de la victoria, las medallas y los honores.
Julia Navarro expresa esta realidad. Quizás «el romanticismo en la novela», tal vez «los sucesos históricos», puede ser que «la violencia a la que estamos sometidos hoy en día», ¡no lo sé! Tal vez «MATAR» nos es cada día más familiar y por ello, el mensaje del libro se diluye. Sin embargo, para mi entender, Julia Navarro siempre lo tuvo muy claro: «es una historia absorbente que nos habla sobre la culpa, la venganza, el peso de conciencia y los fantasmas que nos persiguen y condicionan nuestras decisiones».
Tú no matarás, es mandamiento para algunos, es ley para otros, es un buen consejo, pero para el padre de Fernando, es una advertencia que todos deberíamos escuchar. Es la misma advertencia que mi padre me dio hace más de 40 años y que mi abuelo expreso claramente «Si yo no empuñé un arma en la guerra de mi país, no la empuñaré en ninguna otra guerra».
Julia Navarro, buscará que tomemos seriamente esta advertencia con cada uno de sus personajes. Nos dará la oportunidad de ver este fenómeno desde diferentes aristas. Cada uno de los personajes y los familiares de ellos, quedarán marcados en el momento de matar. Tú no matarás pareciese ser un grito ahogado, un silencioso alarido, un aullido aterrador que busca sigilosamente difundir la advertencia del padre de Fernando, la de mi propio padre y la creencia de mi abuelo. Julia Navarro necesitó 984 páginas para describir en palabras esta advertencia. Sutilmente, detalle a detalle y paso a paso nos muestra esta realidad. Una realidad sin medallas y sin honores.
Quisiese que esta reflexión diera libertad a ese grito ahogado, diera sonido a ese alarido y que el terror del aullido de Julia Navarro invadiese a todos sus lectores, a toda la humanidad. Sea cuál sea el motivo que tengas para matar… al matar pierdes tu alma, tu ser, tu vida… «nunca vuelves a ser el mismo», es decir, es tu propia condena y con la peor de las condenas, la pena capital.
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REFERENCIA: Navarro, Julia. Tú no matarás (novela). Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U. Travesera de Grácia, 47-49, 08021, Barcelona, España, 2018. ISBN 9781949061482
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* María del Rocío Vallejo Alegre es Ingeniera en Ciencias de la Computación y Cibernética y Magister en Administración de Negocios por el Instituto Autónomo Tecnológico de México. Es docente en la State university of New York at Geneseo desde 2008. Fue voluntaria en la Geneseo Central Schools, NY. A lo largo de su carrera ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el «Joseph M. O’Brien Award for Excellence in Part-Time Teaching», en 2011. El «Honored on Faculty Recognition Day by Class of 2013-2014», Fall 2013. Es autora de los libros «Basic for Kids» (Basic para niños), 1985 y «I CAN» una serie de tres libros de Basic en Español. https://www.geneseo.edu/languages_literatures/vallejo
Ha recibido los siguientes reconocimientos:
· Joseph M. O’Brien Award for Excellence in Part-Time Teaching 2011
· Service-Learning Course Development Award for «Medical Spanish courses» 2013
· Honored on Faculty Recognition Day by Classes of 2013-2014-2015 2013-2015
· Patricia and Gerry Award Endowed Faculty 2015
· Appreciation award by Academic Affairs Committee and Learning Center 2015
· Positively Geneseo Highlight Book 2016
· Chancellor’s Award for Excellence in Adjunct Teaching 2017