Literatura Cronopio

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«LA POBREZA UNIVERSAL. RELATOS Y ENSAYOS, UNA HIBRIDACIÓN», DE ANDRÉS FELIPE LÓPEZ LÓPEZ

Por Nicolás Duque Naranjo*

En el principio existía el fuego, que es casi lo mismo que decir en el principio existían las historias, los relatos, los cuentos, los mitos, las leyendas, las fábulas, las novelas… Desde que el hombre descubrió el maravilloso fuego, siempre se ha reunido alrededor de una fogata para conversar, para hablar del mundo, de sí mismo y de lo divino.

Me gustaría fantasear con que, algún día, el escritor Andrés Felipe López estuvo sentado alrededor del fuego junto a su padre, Helman, escuchando de viva voz una multitud de historias y relatos sobre la pobreza, la miseria y la violencia que viven millones de personas, o que vivimos cada uno de nosotros. Sueño con ese cálido y lumínico encuentro de estos dos hombres, en donde fueron ascendiendo, entre palabra y palabra, del fuego material al fuego metafísico, es decir, de las meras historias a la imaginación (que es el fuego secreto de los filósofos, como le gusta decir a Patrick Harpur).

Algunas de estas historias y relatos que escucharía Andrés de los labios de su padre, los plasmó luego en un libro, haciendo realidad el tradicional proceso de la literatura: pasar de la palabra oral a la palabra escrita (para pasar de nuevo a la palabra oral, pues ahora los lectores de esta obra estamos hablando de ella). Dicho libro se tituló La pobreza universal. Relatos y ensayos, una hibridación y fue publicado en 2023 por la Editorial Universidad El Bosque de Bogotá. En conversación con el autor, me confesó que no agotó en este texto todas las historias de su padre, y que los relatos que no aparecen allí servirán de base e inspiración para futuros libros.

El fuego es símbolo de la luz. La pobreza universal es luz en medio de la oscuridad que representa la pobreza para tantas familias, es luz porque ayuda a comprender que muy a pesar del horror y de la barbarie de nuestra sociedad, se puede aspirar a cosas mejores, se puede pensar en un nuevo ser humano que transforme la cultura, que se apropie de sus capacidades y de sus potencias para que pueda aportar elementos positivos a sus otros, para que pueda crear comunidad.

El fuego también representa el calor. La pobreza universal es calor en el gélido invierno de la desigualdad económica, de la incertidumbre social, de la falta de educación. Es calor porque da esperanza en medio de la desesperación, brinda motivos para creer y razones para existir, nos pone una meta alta en el sentido de que nos invita a levantar la cabeza hacia el cielo y darnos cuenta de lo infinito que hay en nosotros.

Otra imagen con la que se podría relacionar el fuego es la defensa y el ataque. En tiempos primitivos, los hombres se sirvieron del bendito fuego para defenderse de sus depredadores y también para cazar en pro de conseguir alimento. Pues bien, La pobreza universal nos defiende de la ignorancia y nos ayuda a atacar el miedo. En la sociedad actual vivimos como en una especie de guerra: de un lado están los que intentan luchar por la verdad y del otro los que se conforman con las simples y llanas opiniones (las redes sociales son, en su mayoría, un ejemplo de esto). El antiguo problema de la doxa y la episteme es más actual que nunca. Este libro que estoy reseñando en estas letras es terreno firme para acceder a la verdad, es decir, para ponernos del lado correcto de la historia.

El fuego sirve para cocer los alimentos, esto es, lo que nos nutre a nivel físico. La pobreza universal aporta a nuestra nutrición y alimento en el terreno de las ideas, en el mundo ideal, en el topós uranós de Platón. Y esto sucede porque Andrés no solo habla de la pobreza material, ni siquiera solamente de la pobreza en Colombia, sino que se eleva hasta la pobreza universal, entendiendo que hay distintos tipos de pobreza: económica, mental, de conciencia, de ideas, de significado. Alimento epistemológico es este libro pues nos nutre con buenos juicios y acertados razonamientos. Alimento sólido, no líquido ni gelatinoso. Esta obra es filosofía seria, no filosofía de calditos o filosofía gelatinosa (expresiones que le he escuchado decir a mi amigo Andrés en múltiples ocasiones, hablando de las obras de filósofos blanditos, ¡ja, ja, ja!).

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Otra característica interesante del fuego es que destruye, para que luego se pueda construir algo nuevo. Quizás la figura mitológica del ave Fénix, que renace de las cenizas, nos ayude a comprender mejor esta cualidad del fuego. La pobreza universal destruye nuestros prejuicios sobre la historia, la violencia, e incluso sobre nosotros mismos. A partir de esta destrucción conceptual podemos construir sobre roca (como cuenta el Evangelio), una construcción que no podrá tumbar ni la lluvia, ni los vientos, ni los ríos. Lo expresado en este párrafo se me parece bastante al proceso del conocimiento en Platón y a la epojé de Edmund Husserl: dejar atrás los prejuicios para poder trabajar con la verdad.

Me gustaría pensar que el padre de Andrés Felipe López, Helman, está sentado ahora alrededor del fuego de Dios (pues si Dante se imaginó en su Comedia que el Cocito del infierno es un lugar lleno de hielo, un lago congelado; yo me imagino el paraíso, la presencia pura de Dios, como un incesante fuego de Amor), leyendo La pobreza universal, profundamente orgulloso de su hijo por haber no solo escrito las historias que algún día le contó sino también por haberlas mejorado.

Así como Borges confesó que ha vivido horas muy felices leyendo a Chesterton, yo les digo que pasarán horas muy felices leyendo La pobreza universal, aunque esta no es la única de las obras de Andrés Felipe López que les traerá felicidad con su lectura. Los ensayos, los relatos, la filosofía y la literatura comparadas que hay en este libro (que como dice el mismo autor en el título, es una hibridación) solo pueden generar felicidad, dicha y gozo. Así lo viví yo, así lo está viviendo Helman al lado de Dios, y así lo podrías vivir tú si lees esta obra. La pobreza universal es fuego filosófico, es imaginación, es continuación del fuego que Prometeo heredó a la humanidad.

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*Nicolás Duque Naranjo es Doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín.

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