SALAZAR BONDY. EL ESCRITOR DE LOS PERDEDORES
Después de muerto, cuando ya era perfectamente inofensivo, Sebastián Salazar Bondy se convirtió en un símbolo patrio. Su entierro fue multitudinario, con homenajes unánimes en los periódicos. Hasta se dijo que la cultura del Perú estaba de luto. En vida, sin embargo, llevó una guerra solitaria. Asumió que si quería dedicarse a la literatura tenía que convertirse en poco menos que un paria. Porque escribir en Perú, como diría Vargas Llosa, significaba la muerte civil, exponerse a que nadie te hiciera caso y todos te miraran con ínfulas de superioridad, tolerando, todo lo más, una excentricidad peculiar pero al fin y al cabo inofensiva. Y, sin embargo, Salazar Bondy se dedicó a escribir contra viento y marea aunque sabía perfectamente, como hace decir a uno de sus personajes, que las letras «no dan plata». Fue, por ello, una especie de escritor orquesta. Cultivó todos los géneros, la poesía, el teatro, el cuento, el ensayo, la crítica literaria, la crítica de arte…Animó, mientras tanto, iniciativas culturales como revistas y concursos.