MEMORIAS DE SOLEDAD, UNA COLOMBIANA EN MADRID
Por María Paz Ruiz Gil*
Todo en mi vida sería más simple, más natural, si no fuera por mis nervios. Tal cual un rabo de lagartija, así era yo, enérgica y rápida, impulsiva e irracional, pero sobre todo nerviosa.
Estaba en paro, llevaba más de dos años buscando empleo, y en las tres entrevistas de trabajo a las que asistí me pulvericé; como un cristal de azúcar me diluí entre mi propia agua, incapaz de controlar a todos esos malditos nervios que se accionaron al tiempo, dejándome en un corto circuito. En esos momentos no fui sangre fluida, ni huesos, ni músculos, ni órganos tibios, fui una masa de nervios con forma de mujer. Sólo tres entrevistas bastaron para confirmar que para una periodista el campo de trabajo en Madrid estaba en sequía, y ya convertido en desierto si, como en mi caso, era extranjera.