MEMORIA E INVENCIÓN EN LA POESÍA DE HUMBERTO AK’ABAL
Por Juan Guillermo Sánchez M.*
Humberto Ak’abal (1952), autodidacta, poeta doble (maya k’iche’/ castellano), voz múltiple traducida al japonés, hebreo, árabe, inglés, francés, italiano, escocés, con reconocimientos por todo el mundo como el Premio Internacional de Poesía Blaise Cendrars (Suiza,1997), el Premio Continental Canto de América (UNESCO,1998), el Premio Internacional Pier Paolo Pasolini (Italia,2004), y el Chevalier de L’ordre des Arts et des Lettres (Francia,2005) además de la Beca Guggenheim (2006), Humberto Ak’abal ha construido desde sus primeros libros a comienzos de los años noventa (El animalero, 1990; El guardián de la caída del agua, 1993) hasta sus últimos trabajos (Las palabras crecen, 2009; o la reciente antología en Colombia La palabra rota, 2011), una de las obras poéticas latinoamericanas más celebradas en el mundo entero, no sólo por su singular mezcla entre las tradiciones k’iche’ heredadas de sus abuelos y la experimentación vanguardista propia de la tradición occidental; sino por la fuerza que tienen sus versos para generar diálogos multiculturales, más allá de los juicios académicos y las etiquetas que rotulan la «poesía», lo «indígena», «Guatemala» o «París». Cuestionado y festejado a la vez por lectores y críticos en universidades, revistas y festivales, Ak’abal es hoy el paradigma de varias generaciones de escritores (no sólo indígenas) latinoamericanos.