LA BALADA DE LA NAVAJA MARIPOSA
Por Seamus Scanlon*
Traducido del inglés por Carlos Aguasaco**
Cuando la campana de la puerta sonó yo estaba en el cuarto de la televisión. Raramente teníamos visita. A mi madre le molestaba hasta que nosotros regresáramos de la escuela. Entonces, los visitantes esporádicos no eran bienvenidos. Usualmente yo tenía que arrastrarme hasta la puerta principal, sobre mi estómago, como si fuera un niño soldado y descifrar quién estaba afuera. Incorporé rollos y saltos mortales para mantenerlo interesante. La parte superior de la puerta era de vidrios cortados como prismas. Por la distorsión de la luz, el visitante podría ser un marciano, Marilyn Monroe o la señora Molloy, una de las vecinas de nuestra calle (era opción menos favorecida). Le transmití a mi madre, que en ese momento estaba de pie frente a la puerta de la cocina con un cigarrillo Sweet Afton en la mano y expresión preocupada, mi mejor estimado del enemigo. Si adivinaba mal estaría en problemas con ella y por eso usualmente decía «son esos gitanos hojalateros» [1]. Eran algo tan mítico como el número de bajas en Vietnam.