IMAGEN DE LA MUJER EN JORGE AMADO
Por Ascensión Rivas Hernández*
Jorge Amado, de cuyo nacimiento celebramos el primer centenario en este 2012, es uno de los escritores brasileños más conocidos fuera de su país. Hombre comprometido con las causas sociales, describió en sus novelas la problemática de campesinos, obreros, desarraigados, vagabundos y menesterosos, y lo hizo en un tono entre irónico y humorístico que encubría una mirada amarga y dolorida. Algunos de esos personajes son protagonistas de sus novelas y otros muchos no pasan de configurar un entramado al fondo que revela un ambiente de precariedad y desigualdad que da origen a la crítica del autor. Las mujeres, consideradas individuos de segunda clase por la oligarquía masculina desde los ancestros, forman parte de esa urdimbre afrentada y oprimida que le interesa a Amado. De hecho, entre su extensa producción literaria destacan tres obras en las que la temática femenina tiene un papel fundamental: Gabriela, Clavo y Canela (1958), Doña Flor y sus dos Maridos (1966) y Tereza Batista Cansada de Guerra (1972). Se trata de novelas protagonizadas por mujeres en las que se muestran diferentes arquetipos: la desharrapada casi inconsciente, simple y en exceso bondadosa, que vive sin trabas morales y con la naturalidad de un salvaje; la mujer dividida entre dos amores que representan respectivamente el exceso de libertad y el exceso de orden; y la prostituta de vida difícil, vapuleada y luchadora, que al final se redime por el amor. Entre ellas, además, el autor ha sabido dibujar diferentes imágenes que revelan un estudio minucioso del modelo femenino.